LA BUENA SOCIEDAD

El cantautor Tomeu Penya, alma de Mallorca

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Este martes estuve en la casa de Tomeu Penya, un mallorquín querido por muchos que no necesita presentación. El cantautor, autor de canciones tan emblemáticas como Illes dins un riu, me recibió en la plaza del pueblo que lleva su nombre, algo prácticamente inaudito pues es tradición conocida en estas tierras que uno no recibe honores y menos en su pueblo natal hasta que no muere. Tomeu está muy vivo y muy contento de haber recibido este honor en vida en la que más de 50 años los ha dedicado por completo a la música.

En el centro de la plaza hay un quiosco de música donde debutó nuestro protagonista con tan sólo 15 años. Sus padres habían entendido mucho antes que la pasión por este arte noble era sincera e invirtieron lo que tenían en hacer posible el sueño de su hijo, pagando a los mejores maestros que podían encontrar cerca de Vilafranca de Bonany, un precioso pero pequeño pueblo de agricultores, donde se cultivan los mejores melones del mundo.

«Hola, som en Tomeu Penya, des poble des melons» («Hola, soy Tomeu Penya, del pueblo de los melones»), fue su presentación la primera vez que le vi actuar en directo. Yo era un adolescente y me fascinó, pero a quien fascino fue a mi abuelo que se hizo fan incondicional. Quiero decir con esto que Tomeu enganchó, desde que su fama fue abriéndose camino, a todas las generaciones que abarcaba la sociedad de entonces, un fenómeno que sigue ocurriendo hoy, en el que el artista, dueño de una carrera larguísima y llena de éxitos, y guardián de una vida muy vivida, sigue encandilando a los mallorquines. Pero también a catalanes y valencianos, que se lo han hecho suyo, no creo que por el idioma, porque Tomeu no abandona el idioma de su pueblo, el de su infancia, el del mallorquín de pueblo capaz de crear en su mente la más bella de las letras y la mas romántica de las melodías.

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Tomeu Penya en su casa junto a María Barceló y Esteban Mercer.

Como les he contado, nos encontramos en la plaza de su pueblo que lleva su nombre, nos refrescamos en el bar que cobija la sombra, la poca que hay estos días caniculares hechos sólo para valientes de la vida. Lo somos. La alegría llegó cuando nos abrió las puertas de su casa, donde vive, donde compone y donde es feliz. Tomeu ha regresado a casa, a la de sus padres, a la de su familia de cuatro, de la que solo queda el, para ser feliz y lo ha conseguido. Su hermano mayor Luis, ciclista olímpico, falleció en 1991, en la carretera. Tomeu nunca lo ha superado del todo pues su nombre aparece al mismo tiempo que las lagrimas humedecen sus ojos.

Me pregunto qué tendrá este hombre que mantiene intacta su figura y casi intacto su rostro desde que empezó, para haber conseguido conquistarnos sin hacer alardes políticos de ningún tipo, sin casarse con ninguna ideología, porque como los sabios no sabe. Y no saber en la mayoría de los casos es de inteligentes. Sin embargo, no esconde, al contrario, magnifica la rudeza de sus gestos, la gracia sibilina de sus excesos y su pasión por las mujeres.

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Tomeu Penya y Esteban Mercer

Lejos de resultar vulgar u ordinario, el Tomeu con el que pasamos el día es acogedor, buen conversador, perfeccionista hasta el extremo y tierno, muy tierno. Ternura que se manifiesta de inmediato cuando habla de su hija con orgullo y pasión de padre, Por cierto, una hija de la que ya les hablaré porque merece crónica aparte, trabaja en Loewe en un puesto megacool.

Tomeu es de pueblo, hijo de campesinos y se enorgullece de ello, se reafirma en ello, porque de ello nace todo. Sin embargo, en una metáfora del cambio social que hemos sufrido ha conseguido llevar el pueblo a las ciudades y que los cultos se enamoraran de su música, que sus letras se convirtieran en himnos y que las masas le aclamaran como la estrella brillante que es entre los nuestros. Y que la nieta de payeses hoy trabaje la imagen de Loewe en todo el mundo me parece el cierre del círculo.

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La mesa donde compone Tomeu Penya y una guitarra para cada tema.

En su casa de hombre soltero, Tomeu ha optado por la comodidad y todo en ella gira en torno a la música y a los recuerdos que ella ha dejado en esa mente inquieta cubierta siempre por una gorra o un sombrero, su seña de identidad. Ostentación ninguna, reafirmación toda. Ganas de seducir, las de siempre, maestría para conducir a su terreno una conversación y sobre todas las cosas y ante todo, las guitarras con las que compone, un piano desafinado y los esbozos de futuras canciones que ha de convertir en éxitos.

Tomeu no está hecho ni para la jubilación ni para el aburrimiento, es pura energía. Se cuida en todos los sentidos, también haciendo deporte a diario y se le nota. El des poble des melons seguirá dando momentos de gran hermandad durante esos conciertos en los que todos, de todos los colores, cantamos al unísono porque nos sentimos islas en un río, nos sentimos del mismo lugar y compartimos la misma alma. Ahí es donde el cantautor nos ha conquistado, uniéndonos, jamás separando.

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