Mitos y estereotipos de la inmigración actual (y II)

Mitos y estereotipos de la inmigración actual (y II)

Cuando en política un asunto o problema se convierte en recurrente es porque no se le ha encontrado solución o falta voluntad para ello. El caso de la inmigración, al que la pasada semana le dediqué algunas reflexiones, forma parte de esas cuestiones pendientes de resolver y que a buen seguro aparece en la lista de todo dirigente político europeo, sobre todo en los casos de los países que como España son fronterizos con África o cercanos a Oriente Medio. Y no es porque la inmigración no afecte a los demás países del continente europeo, pero como ahora describiré muchos de sus políticos observan el problema con un distanciamiento que, en ocasiones, roza la desidia.

Mientras la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, comparecía ayer en el Congreso de los Diputados por la nula actuación del Ejecutivo en la crisis de agosto del Open Arms, los inmigrantes que viajaban desde Lampedusa en el buque Audaz de la Armada estaban a punto de desembarcar en suelo español; 150 inmigrantes se preparaban para saltar la valla que separa Ceuta de Marruecos; y más de un centenar de individuos procedentes de distintos países africanos llegaban a las costas europeas.

A la lista de los mitos que la semana pasada me refería sobre la inmigración, hoy me referiré a los siguientes:

  1. Salvini es el responsable de la incompetencia europea en materia migratoria. Nada más lejos que la realidad, el ex ministro del Interior italiano y otros de los llamados políticos populistas son fruto de nuestro tiempo, es decir, de la crisis financiera de hace diez años y de la política cortoplacista de los dirigentes políticos afincados en países sin frontera marítima en el Mediterráneo. Ya lo decía Barbara Tuchman en su magnífico libro “La marcha de la locura”: la insensatez de los políticos más preocupados por parchear los problemas que buscarles una solución real es la causa del desgobierno y de la anarquía que nos rodea. Si la solidaridad, la co-responsabilidad y la cooperación entre los estados europeos fueran reales, posiblemente políticos como el italiano de la Liga no hubieran encontrado el terreno abonado para lograr tantos apoyos. Las llegadas a Italia de inmigrantes han pasado de 120.000 en 2017 a menos de 5.000 en los ocho primeros meses del año, según los datos de la Oficina Internacional de Migraciones de la ONU. Y esa realidad es un hecho incontestable que se traduciría en votos para la candidatura de Salvini si mañana hubiera elecciones en Italia.

Lo que resulta incomprensible es que a España se le pidiera dar respuesta a todas las personas que estaban en el Open Arms por el solo hecho de que el barco tuviera bandera española y en el caso del Ocean Viking de bandera noruega no hubiera ninguna demanda a Noruega para que hiciera lo propio y se hiciera cargo de los 356 inmigrantes que estaban sobre cubierta. Finallmente, tuvieron que ser Alemania, Francia, Rumanía, Portugal, Luxemburgo e Irlanda quienes se responsabilizaran de ellos. La UE debería ayudar a los países más solidarios con los inmigrantes llegados a su territorio destinando fondos para garantizar una atención y trato correcto.

  1. Los países de la UE no son un ejemplo en política migratoria. Pese a que como digo la UE tiene que ayudar económicamente a los estados que asumen inmigrantes, más allá del tweet diplomático de apoyo, no son los países europeos deudores de su política migratoria. Más deja que desear, tras la crisis venezolana que ha traído consigo la salida de más de 4 millones de personas del país, la respuesta de los países del entorno. Así, Ecuador ha impuesto esta semana un requisito de visa a los venezolanos que huyen del país. Chile y Perú han aprobado restricciones similares. Y así podríamos seguir con similares respuestas en EEUU y Australia.

Con todo lo dicho, creo que, entre la falta de voluntad, consenso y la necesidad política de parchear los problemas, la cuestión de la inmigración se eterniza y siempre termina por hallar culpables para ocultar las verdaderas raíces de la cuestión. La UE necesita abordar seriamente este asunto más allá de un punto del orden del día y proponerse una cumbre con la Unión Africana para que las dos organizaciones sienten las bases de una mayor colaboración. Al mismo tiempo, la Unión Europea debe ser más solidaria con los países que acogen inmigrantes y tendría que intensificar la lucha contra las mafias de tráfico de personas en el Mediterráneo.

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