Ministros y altos cargos con viviendas oficiales y gastos pagados
Nunca entendí bien, y continúo sin entenderlo, la razón o razones por las que representantes públicos que se dicen democráticos y se añaden “progresistas” tengan que vivir por cuenta del contribuyente en sus gastos corrientes. Me da exactamente igual del partido político que sean.
Unos señores ministros y otros altos cargos (que también lo disfrutan) que ingresan cantidades muy por encima de la media de cualquier español de a pie –generalmente sin exigencia alguna de capacidades técnicas- no pueden abusar de sus condiciones de privilegio para vivir, aún más, por cuenta del contribuyente. Tienen recursos más que suficientes para alquilarse una vivienda o en determinados casos utilizar las que tienen de su propiedad en la ciudad donde residen, es decir, Madrid por lo general.
Lo mismo que hacía la canciller Merkel en Alemania o el primer ministro holandés Mark Rutte, sólo por citar dos ejemplos al frente de países económicamente mucho más poderosos que España, con un Estado en la ruina.
Hay otros dos elementos a considerar en ese “exceso español” tan dictaminado como nunca resuelto por no encarado. La ejemplaridad, por un lado, y el contacto con el pueblo, por otro. No se pueden pedir sacrificios de todo tipo a los ciudadanos (ahora son los energéticos, el agua, etc…) cuando esos ciudadano ven cómo “los que mandan” se conducen justamente todo lo contrario a lo que predicen para los mortales. Austeridad para el pueblo, derroche para las élites políticas.
¿Cómo va a entender una vicepresidenta del Gobierno lo que cuesta a los curritos atender sus alquileres si ella vive –todo pagado y gratis total- como una faraona a cuenta de esos curritos? ¿Qué va a saber un ministro o alto cargo lo que supone llenar el depósito de gasolina si durante años y años se sienta en el asiento trasero en un vehículo negro con aire acondicionado y chófer? Estos son los detalles que marcan la diferencia entre una democracia seria y aquella otra que tiene muchos ingredientes caribeños. ¿Cómo van a entender que millones de familias españolas de la hora actual no puedan comprar los alimentos básicos porque tienen que pagar un encarecimiento brutal de la factura de la luz? Esto último lo ha dicho bien alto el último informe del Banco de España.
No es entendible que el Gobierno se niegue a facilitar qué ministros y otros prebostes disfrutan de las mamandurrias aquí someramente anunciadas, porque haberlas hay otras muchas. Sobre todo, cuando sacan pecho con eso de la transparencia y dan lecciones muy caras a los demás.