Mentiras, maldades y manipulaciones
Sin querer, Pedro Sánchez ha clavado la mejor calificación a estos nefastos cinco años en los que ha ejercido como presidente del Gobierno de España. En la entrevista que concedió a Pablo Motos en El Hormiguero, con un público entre el que el programa reconoce que le permitió elegir a «entre 12 y 15 invitados», el candidato del PSOE definió perfectamente lo que ha sido su etapa al frente del Gobierno: «el sanchismo es una combinación de tres cosas, de mentiras, de maldades y de manipulaciones», confesó. Y para rematar pone como ejemplo de una de esas mentiras que «se ha dicho muchas veces en estos cinco años que yo (dije que) no podría dormir tranquilo si gobernara con Podemos, pero no es cierto, no dije eso». Se lo dijo a Antonio García Ferreras en una entrevista concedida en septiembre de 2019, en medio de las dos elecciones generales que hubo ese año, explicando así que en las de abril no había formalizado la coalición y prometiendo que en las de noviembre tampoco lo haría. Está en las hemerotecas.
Para desmentir que Sánchez haya mentido lo que hace es volver a mentir y decir que no lo ha hecho, sino que ha experimentado «cambios de posición política». Este artículo sería interminable si yo pretendiera recordar todas sus mentiras. Entre las más importantes, que podrían considerarse fraude electoral al ser promesas con las que concurrió a las elecciones, podemos destacar como, en relación con los golpistas catalanes, en 2018 dijo que «el acatamiento significa su íntegro cumplimiento (de sus condenas)» y luego los indultó. Antes de la moción de censura, a Rajoy aseguró que «clarísimamente ha habido un delito de rebelión y de sedición en España» y cuando luego cambió de criterio, su vicepresidenta Carmen Calvo aseguró que «el presidente nunca ha dicho que ha visto rebelión en Cataluña», insinuando que el de 2018 era otra persona.
En 2019 también prometió «incorporar en el Código Penal un nuevo delito para prohibir de una vez por todas la celebración de referéndums ilegales en Cataluña» y luego lo que hizo fue derogar el delito de sedición. En un debate electoral de noviembre de 2019, hablando de Puigdemont, dijo: «Me comprometo hoy a traerlo de vuelta a España y que rinda cuentas ante la justicia española». Igual que afirmó que tener ministros de Podemos le quitaría el sueño, también está grabado diciendo «si quieres lo digo cinco veces, o 20, con Bildu no vamos a pactar», y ahora dice que los pactos a los que ha llegado con ellos no son tales, porque no ha hecho ministro a Otegi. Y antes de rectificar la ley del sólo sí es sí, que ha rebajado las penas a más de 1.127 violadores y pederastas, de los que más de 115 han sido excarcelados, dijo que «es una gran conquista del movimiento feminista, una ley de vanguardia que va a inspirar otras muchas leyes en el mundo, estoy convencido de ello», y luego la cambió.
El listado de maldades del sanchismo no es menor que el de sus mentiras. Por la forma como se ha humillado a las víctimas de la banda asesina ETA, quizá la mayor de ella puede ser el haber acercado a cárceles del País Vasco a todos los asesinos etarras, tras haber transferido las competencias sobre prisiones al Gobierno vasco. La expulsión de la Guardia Civil de Navarra, donde el PSOE también ha pactado con Bildu es otra maldad. Como lo fueron los inconstitucionales estados de alarma por los que nos tuvo a todos encerrados de forma ilegal. Sánchez celebró su ascenso a la presidencia llevándose en Falcon a su mujer y a sus amigos a un concierto de The Killers en el Festival Internacional de Benicassim y desde entonces hasta hoy no se ha bajado de tan contaminante y carísimo medio de transporte, mientras nos asfixia de calor en los centros comerciales con sus medidas de ahorro energético y eso no es tampoco una maldad menor. Como tampoco son pequeñas las maldades que ha cometido contra nuestros ganaderos, agricultores y, en general, contra todo el mundo rural al que pretende arruinar.
La Real Academia Española define manipular como «intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares» y a Sánchez le viene como anillo al dedo. Si ponemos «manipulador» en el buscador de imágenes de Google, debería salir su foto. Nadie antes había intervenido con medios arteros en la política española, distorsionando la verdad al servicio de sus exclusivos intereses particulares. Y lo hace con un descaro que sonroja. Derogar el sanchismo resulta vital para un país que pretenda dejar de avergonzarse de sus dirigentes.
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