Marlaska castiga a los guardias civiles con duchas frías
La vieja táctica que se empleaba en los reformatorios hace años, castigar a los chavales díscolos con duchas frías para serenar su ánimo, es la que está empleando el Ministerio de Interior de Fernando Grande-Marlaska con los agentes destinados en la casa cuartel de Corcubión (La Coruña). Pese a que se han gastado 2,5 millones de euros en su remodelación, a los guardias civiles se les prohíbe el uso de los sistemas de calefacción, agua caliente y aire acondicionado debido a que supuestos «picos de corriente» podrían dañar los equipos eléctricos recién instalados. Si fuera cuestión de unos días, la orden sería razonable, pero es que dicha prohibición se impuso el pasado 20 de mayo.
El problema, después de gastarse 2,5 millones de euros, sigue sin resolverse, por lo que los guardias civiles «no pueden ducharse ni asearse con agua caliente ni se les garantiza un ambiente térmico adecuado ni en verano ni en invierno». Además, en la unidad de Tráfico sufren continuos cortes de luz, «con hasta 14 contabilizados el pasado martes».
En conclusión: se ha llevado a cabo una reforma que ha costado un pico para que los agentes estén peor que antes. La Asociación Unificada de Guardias Civiles no se muerde la lengua: «Interior ha gastado una millonada de fondos europeos en maquillar un cuartel, en lugar de acometer reformas estructurales y el resultado es que tiene una instalación teóricamente eficiente, pero no se puede encender la calefacción ni hay agua caliente, por lo que dejan a los guardias civiles en condiciones impropias de cualquier centro de trabajo».
¿Cómo es posible que cinco meses después los guardias civiles no puedan ducharse con agua caliente en un cuartel en el que se han gastado 2,5 millones de euros? La respuesta, visto el trato que Marlaska dispensa a la Guardia Civil, es sencilla: se trata de un castigo. Al que proteste, ducha fría. Como en los reformatorios de antaño.