OPINIÓN

Macron pierde otro primer ministro

Macron pierde otro primer ministro

En Francia, el jefe del Ejecutivo tiene el Parlamento en su contra y no puede gobernar. En España, el jefe del Ejecutivo también tiene el Parlamento en su contra, pero gobierna y ni se plantea dimitir ni presentar una moción de confianza. ¿En cuál de los dos países se respeta más al pueblo?

Como hemos contado aquí hace poco, el primer ministro francés, el liberal François Bayrou, se enfrentaba a un septiembre tumultuoso, con protestas en las calles a partir del 10 de septiembre y en la Asamblea Nacional contra su plan de ajuste. Bayrou no ha querido ser llevado a la guillotina política pacíficamente y ha dado un paso adelante. El lunes 25 anunció en rueda de prensa que su plan es vital para Francia. Adujo que el Estado se endeuda en 12 millones de euros cada hora para tapar los grietas en el Estado de bienestar.

Para defender sus recortes, se someterá a una moción de confianza el lunes 8. Y como el Parlamento sigue de vacaciones, pedirá a Macron que proceda a una convocatoria extraordinaria. Se trata de una maniobra con un final ya sabido. Las izquierdas agrupadas en el Nuevo Frente Popular han declarado su voto en contra. Y Jordan Bardella, líder de Reagrupamiento Nacional, ha asegurado que su partido “no votará nunca la confianza a un gobierno que no tiene la confianza del pueblo francés”. Entre ambos, superan los 300 diputados de los 577 que forman la Asamblea.

De acuerdo con la Constitución, cuando la Asamblea Nacional aprueba una moción de censura o desaprueba el programa o una declaración de política general del Gobierno, el primer ministro debe presentar la dimisión al presidente. Es decir, nueva crisis política.

El 8 de septiembre, pueden pasar tres cosas. La más sorprendente sería que Bayrou superase la moción de confianza si los diputados socialistas (66 escaños) rompiesen con su coalición y, junto con los de centro-derecha (49 escaños) y varios más no adscritos, respaldasen al Gobierno.

Una vez caído Bayrou, la segunda alternativa es el nombramiento por Macron de un nuevo primer ministro, que sería ya el cuarto desde su disolución de la Asamblea en junio de 2024, tras Gabriel Attal, Michel Barnier y el propio Bayrou. El propuesto tendría que obtener la aprobación de la Asamblea a su nombramiento y a su programa, con lo que estaríamos ante un bloqueo idéntico. El líder de La Francia Insumia, Jean-Luc Mélenchon, reclama ese puesto para su coalición de izquierdas, pero no alcanza los 200 diputados en una cámara formada por 577 escaños.

Y la tercera posibilidad es la disolución de la Asamblea por Macron, ya que esta convulsa legislatura ha superado el límite constitucional de un año. Los pronósticos de los sondeos indican que las expectativas de voto se mantendrían iguales en las diferentes coaliciones, con una ligera bajada del movimiento presidencial, con lo que el resultado dependería, otra vez, de las alianzas en la segunda vuelta.

Y en esta ocasión, ante el desencanto con Macron, muchos votantes indiferentes y de centro-derecha podrían no obedecer las consignas de votar a candidatos hasta de extrema izquierda para parar a los de la derecha nacional. ¿Se arriesgaría el presidente a contar con un grupo parlamentario aún más menguado?

La sociedad francesa está dividida en tercios que se odian y que no pueden ponerse de acuerdo en colaborar en nada: un tercio liberal y europeísta, que encarna Macron; un tercio de izquierdas, que se dirige a los inmigrantes y los franceses descendientes de ésta y exige romper con Israel; y un tercio de derecha que se presenta como defensor de la nación y de los obreros y las pymes. Hasta ahora Macron ha resistido su desgaste de estos ocho años gracias al apoyo de Los Republicanos, el PP francés, o de los socialistas, pero éstos, que han conseguido detener su desplome gracias al fichaje de Raphael Glucksmann, ahora no van a abrazarse a un presidente en decadencia e imposibilitado de presentarse a un tercer mandato.

¿Se acuerda de que The Economist presentó al francés cuando fue elegido por primera vez como el salvador de Europa? Pues Macron parece abocado a gobernar mediante decretos. Como Sánchez.

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