Lo que haces, Marlaska, tiene un nombre: desacato
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, tenía un plazo de dos meses para restituir en su cargo de jefe de la Comandancia de Madrid al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, destituido de forma ilegal por negarse, tal como le obligaba la justicia, a informar de las investigaciones declaradas secretas sobre la manifestación feminista autorizada por el delegado del Gobierno en Madrid en plena pandemia. La decisión del Supremo se produjo a finales del pasado marzo, pero Interior ha optado por demorar el inicio de esa cuenta atrás para que la ejecución de la sentencia cayese justo en verano, cuando desaparece la actividad política. La pretensión de Marlaska era minimizar la imagen de De los Cobos asumiendo de nuevo la jefatura de la Comandancia de Madrid, pero la convocatoria de elecciones generales por parte de Pedro Sánchez ha alterado los planes del ministro de Interior, que se niega ahora a acatar la sentencia por un puro cálculo electoral, inventándose que no ha sido informado de los plazos para ejecutar la sentencia.
El 11 de julio es la fecha límite que tiene el responsable de Interior para devolverle al coronel su cargo, pero el Departamento de Marlaska, en una clara maniobra dilatoria, asegura que no ha recibido comunicación alguna, cuando desde la Audiencia Nacional -órgano encargado de dar traslado de la sentencia del Supremo- afirma que lo hizo por los cauces habituales y que dispone del comprobante del envío. En suma, que Marlaska se agarra a una falsedad para no restituir al mando de la Guardia Civil en vísperas de las elecciones generales. Una burda estratagema ante la que Correos, se supone, tendrá algo que decir, porque aquí hay gato encerrado.
O sea, el ministro de Interior desacata al Tribunal Supremo a través de un mezquino ardid consistente en negar que haya recibido notificación alguna, cuando la Audiencia Nacional tiene el certificado del envío. Así se las gasta Marlaska, el ex juez que ahora hace oídos sordos a la Justicia. ¿Imaginan que cuando él era juez alguien se negara a dar cumplimiento a su sentencia con el falso argumento de que no le había sido comunicada? De inmediato, el juez Marlaska le hubiera crujido y acusado de desacato.