Lo que diga Puigdemont

Puigdemont

El podemita barcelonés, Joan Coscubiela, reveló hace años que a Carles Puigdemont le apodan en su entorno como «el pastelero loco»; en primer lugar, porque su familia regenta desde hace años una pastelería llamada Puigdemont, que también cuenta con un estanco, en la pequeña localidad gerundense de Amer, donde nació el prófugo de la justicia; pero sobre todo porque sus reacciones son del todo imprevisibles y carentes de sentido común. En las últimas elecciones generales los resultados que consiguió Puigdemont fueron los peores de la historia de la derecha independentista catalana, con sólo 7 diputados, muy por debajo de los 16 logrados por Josep Antoni Duran i Lleida en 2011 o los 15 de Xavier Trias del año 2000. Pero tuvo la suerte de que no sé si enfrente, al lado o debajo, se encontró con un Pedro Sánchez que aceptó ser investido presidente del Gobierno sabiendo que para cada votación necesitaría tanto los 7 votos del pastelero loco, como los 6 de los proetarras vascos.

Y desde entonces en España se hace lo que diga Puigdemont. Nada importan ni las promesas electorales ni la palabra dada en público días o incluso horas antes. Pedro Sánchez hace siempre lo que diga Puigdemont pasando por encima incluso de lo que haya dicho él. Reforma del Código Penal, Amnistía y todo tipo de cesiones incluidas. La última ha sido esta comedia bufa de tener al presidente del Gobierno y a todos sus vicepresidentes y ministros repitiendo una y otra vez que su intención era volver a presentar el decreto ómnibus tal y como estaba, porque todas y cada una de las medidas que estaban reflejadas en él formaban un «escudo social» para los ciudadanos de España; exactamente del mismo modo que repetían que no se iban a someter a ninguna moción de confianza; y unas horas después el ómnibus se convierte en un microbús y se acepta la moción de confianza, porque lo dice Puigdemont.

De las más de 80 medidas que se incluían en el «escudo social» de hace una semana Puigdemont ha dicho que sólo se van a aprobar 29, entre las que, además de la revalorización de las pensiones y las ayudas a los afectados por las inundaciones, se encuentran la prórroga del veto a los desahucios, el regalo al PNV de la sede del Instituto Cervantes en París y no se incluye ninguna prórroga a las rebajas del IVA para los alimentos básicos ni para la luz; que son exactamente los motivos por los que el Partido Popular justificó su voto en contra hace poco más de 7 días. El único motivo por el que los de Alberto Núñez Feijóo van a cambiar su voto es porque así lo dice Puigdemont.

El 22 de enero la suma de los votos de PP, Vox y Junts hizo que el Pleno del Congreso de los Diputados tumbara el decreto ley ómnibus que había sido aprobado por el Consejo de Ministros. El líder del PP, compareció entonces antes las cámaras y publicó en sus redes sociales que ellos decían «SÍ a subir las pensiones. NO a regalar un palacete a un socio nacionalista. SÍ a proteger a los valencianos. NO a proteger a los okupas. SÍ a las ayudas al transporte. NO a subir el IVA de los alimentos y de la luz». Tres medidas a las que el PP dijo entonces que NO y que continúan exactamente igual en el nuevo decreto minibús al que han anunciado que dirán ahora que SÍ. Lo único que ha cambiado es que hace una semana Puigdemont había anunciado su oposición y el PP votó que no para apuntarse la derrota parlamentaria del PSOE. Así que cuando hoy Puigdemont dice que sí, sabiendo que el decreto cuenta ya con votos suficientes para ser aprobado, los de Feijóo han cambiado su voto y ahora van a decir que sí a todo lo que dijeron que no y lo hacen por el mismo motivo que Sánchez: porque es lo que dice Puigdemont.

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