‘Ley mordaza’: de ciudadanos a vasallos (II)

'Ley mordaza': de ciudadanos a vasallos (II)

Diez zetas patrullan el distrito de una ciudad. Nueve suman en un año ocho casos de resistencia o atentado y el décimo presenta en el mismo periodo, zona, horarios y por los mismos hechos 14 casos con los correspondientes detenidos. ¿Hay 18 policías malos profesionales o dos policías que son los chulos del barrio? Las minutas de intervención cantan la actividad de cada coche; el mando debería pedir explicaciones a los abusones y no exigir a buenos profesionales más detenidos, aunque sean provocados. Los abusones felicitados y quienes aplican el principio democrático de mínima injerencia, amonestados. La Comisaría General de Seguridad Ciudadana, el DAO y la Junta de Gobierno exigen máxima injerencia sobre la ciudadanía, muchas identificaciones arbitrarias e ilegales con coches policiales estáticos, provocando más robos en su distrito para mejorar falsas estadísticas de actividad.

A policías de seguridad ciudadana les exigen identificaciones y cacheos masivos vulnerando derechos de la ciudadanía; les han formado bajo la premisa de obediencia ciega al mando, principio de autoridad y presunción de veracidad como patente de corso, un valor superior a cualquier derecho de cualquier persona. Leyendo las sentencias del T. Constitucional de 1993 o del T. Supremo sobre la ley Corcuera, se comprende la aberración que se comete en España por todas las fuerzas de seguridad, estatales, autonómicas y locales desde 1993 con las leyes Corcuera y mordaza. Aplican el reglamento de Romanones. Sobra control sobre gente decente, falta control sobre violadores asesinos, sobran payasadas de uniforme en cuentas oficiales y personales y hay que acabar con prácticas policiales de dictaduras bananeras.

Un policía que identifica, interroga y cachea sin razón, ¿qué explica al ciudadano?; ¿está retenido?; ¿control prospectivo?, ¿preventivo? ¿Porque me da la gana?; ¿tengo derecho a hacerlo cuando quiera con o sin razón?; ¿usted me debe obediencia? Según el Tribunal Supremo, para identificar a alguien es requisito razonar por qué esa persona es sospechosa de haber cometido delito o que puede cometerlo. Millones de identificaciones al año que ciudadanos tratados como vasallos sin derechos aceptan sumisamente. Si exigen que se respeten sus derechos constitucionales pueden ser detenidos por un mal profesional. Las estadísticas presentan detenidos sin aclarar cuántos son chorizos, corruptos o cuántos provocados por mala praxis profesional. Prácticas abusivas que cuentan con la complicidad de todos los sindicatos policiales. En Alemania, para identificar a cualquier persona en la vía pública la Policía debe señalar en qué zona (un barrio concreto), razón (atentados terroristas) y tiempo de la práctica (una semana).

Los policías deberían disponer oficialmente de cámaras en los uniformes y tener la protección legal necesaria, pero sin que los abusones puedan aprovecharlo para vulnerar derechos. Quien pretenda que, por una simple denuncia sin testigos ni lesiones, la palabra de un policía lleve a la cárcel a una persona no está formado para actuar en democracia sino para dictaduras fascistas o bolcheviques. En España se entra en un pub, se enciende las luces y se ¿retiene?, ¿detiene? media o una hora para identificar a todos los presentes sin permitir que salgan, y quien pretenda salir sin someterse a la obediencia policial se expone a ser denunciado y detenido. Se retransmiten por televisión dichas actuaciones ilegales.

Si llevas droga para uso personal camino de casa, España es la peor democracia porque puedes ser identificado y cacheado sin razón, incautada la droga y sancionado; si estás en peligro en un incendio, atraco, etc., un policía se jugará su vida para salvar la tuya. Utilizar ese capital humano contra las libertades y derechos de la ciudadanía es miserable. Cambien ya la ley mordaza.

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