¡Juanma, gracias por lo de Oltra!

¡Juanma, gracias por lo de Oltra!
¡Juanma, gracias por lo de Oltra!

La mayoría absoluta que Juanma Moreno Bonilla ha conseguido en las elecciones andaluzas está teniendo efectos balsámicos fuera de esta autonomía. De entrada, con la dimisión de Mónica Oltra. Parecía algo impensable tras la happy party del sábado en la que la entonces vicepresidenta valenciana bailó como si no hubiera un mañana, pero el deseo del PSOE de intentar parar la sangría tras los resultados desastrosos que cosechó el domingo ha animado a Ximo Puig a soltar lastre. Y que el PP te duplique los escaños en tu granero histórico de votos es algo más que un aviso del electorado. Bien por el presidente de la Junta, que nos ha librado de una política indigna del cargo que desempeñaba.

Además, gracias a Moreno Bonilla el Gobierno ha anunciado que bajará el IVA de la luz, cuando hace quince días la vicepresidenta Teresa Ribera descalificó esta medida por considerarla “cosmética”. No les extrañe que haya nuevos recortes de impuestos, más cheques con ayudas a sectores concretos para intentar no perder más apoyos, que se enfríen las relaciones entre Sánchez y los partidos separatistas – aunque sea un paripé y sigan negociando bajo cuerda – y si es preciso repartirán vales por un gin tonic o un cubata entre el electorado. El PSOE ve cómo sus expectativas electorales están en caída libre y Sánchez usará el BOE para intentar mantenerse en Moncloa. Al precio que sea.

Por ejemplo, montando escenificaciones como la de la visita a los afectados por los incendios en Zamora, abrazando a vecinos y hablando con señoras en sillas de ruedas. Hablamos de Pedro Sánchez, que ha demostrado que su empatía con los problemas de los españoles es mínima. El éxito de Moreno Bonilla ha llevado al equipo de Moncloa a montar un Bienvenido Mr. Marshall en tierras zamoranas. Pero el recuerdo de las promesas a los habitantes de la isla canaria de La Palma es demasiado reciente. Teatro, puro teatro. Pero Sánchez ha demostrado que sabe resucitar e intentará reinventarse por enésima vez. Cada vez le cuesta más que alguien le crea, pero si algo ha demostrado el líder socialista es que no se rinde jamás, por muy adverso que sea el escenario.

El vuelco que ha provocado el PP en Andalucía ha creado un estado de ansiedad en la miríada de candidatos locales del PSOE que se juegan sus cargos en las próximas elecciones autonómicas y, sobre todo, municipales de mayo de 2023. Los comicios locales son los más importantes para los partidos de poder, porque se juegan su estructura. Los miles de alcaldes y regidores, y cargos de confianza o de empresas públicas municipales, son el auténtico alimento de una formación que aspire a ser hegemónica a nivel autonómico o nacional. Y el recado que ha mandado el electorado andaluz a los socialistas es demoledor. Si el centro-derecha ha conseguido mayoría absoluta en Andalucía, tras vencer en todas las provincias, es que puede arrasar en cualquier sitio.

Así que la presión socialista sobre Sánchez para que no cometa errores, suelte lastre y aproveche los ministerios para detener la hemorragia de votos, va ir en aumento. Por mucho que nos parezca que el PSOE se ha convertido en el “partido sanchista”, si la organización a nivel local y autonómico detecta que el actual inquilino de la Moncloa los puede mandar a todos al paro, va a haber algo que más que quejas dentro de las agrupaciones socialistas. Sánchez lo sabe, y actuará en consecuencia. Dejando caer a quien más le convenga para tranquilizar a su partido, rehaciendo alianzas o prometiendo lo que haga falta al electorado. A fin de cuentas, si aseguró que Podemos le quitaba el sueño, y a las pocas semanas los tenía de socios en el Gobierno, puede hacer cualquier cosa que le convenga. Pero ahora toca darle las gracias a Moreno Bonilla por haber puesto de los nervios al aparato monclovita. Aún acabaremos viendo de nuevo a Iván Redondo en su puesto y a Félix Bolaños escribiendo artículos en La Vanguardia.

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