Joxeba, te prometo que no nos rendiremos jamás
Han transcurrido 19 años desde que, invocando a la patria vasca, un cobarde desalmado asesinó a Joxeba Pagazaurtundúa. Diecinueve años sin que hayamos dejado de acudir a Andoain para recordar, junto a su familia, la vida de Joxeba, el buen amigo, el buen ciudadano, el buen vasco, el buen policía, el buen hermano, el buen hijo, el buen socialista, el buen español.
Habrá quien se pregunte si vale la pena seguir organizando actos públicos en los que honramos la memoria de Joxeba y con él la de todas las víctimas de ETA. Incluso hay quien nos dice que al no ser demasiado numeroso el grupo de los que siempre acudimos a los homenajes puede resultar, por comparación, aún más “humillantes” los recibimientos y homenajes a los asesinos que organizan quienes dieron instrucciones – o han recogido su herencia- para que “unos hijos de puta” -en palabras de Savater, hoy mismo- asesinaran a Joxeba y al resto de inocentes a los que la banda terrorista arrebató cruelmente la vida.
No se cómo lo verías tú, Joxeba, pero yo pienso que si te nombramos, protegemos tu memoria, la de tu vida entera, no solo la de tu asesinato. Creo que cada vez que te nombramos impedimos el triunfo total de quienes te arrebataron la vida; cada vez que alguien te nombra está señalando al asesino y también a quien señaló el objetivo y le dio las instrucciones de matar. Pienso que cada vez que alguien recuerda con nombre y apellido a una víctima de ETA señala a quienes en el pasado miraron para otro lado y consideraron “sus chicos” a los miembros de la banda terrorista. No sé como lo ves tú, pero yo estoy convencida de que cada vez que te nombramos recordamos a esa jerarquía eclesiástica vasca que negaba funerales a las víctimas y se los organizaba, con todo boato, a los criminales que habían muerto al estallarles una bomba que preparaban para arrebatar la vida a algún inocente. Pienso que cada vez que te nombramos es como si Pilar, tu madre, se volviera a cruzar en las calles de San Sebastián con el indigno obispo Setién y le repitiera, a la cara: “Si Jesucristo habitara entre nosotros, os expulsaría del templo…” . No sé cómo lo ves, Joxeba, pero también creo que nombrándote miramos a la cara a todos esos afiliados del PSOE que siguen fielmente a quien ha denominado a Otegi “hombre de estado” y ha elegido a terroristas como Otegi y Pla para formar mayorías de gobierno.
Joxeba, quiero contarte que hoy hemos estado en Andoain acompañando a tu familia. Y que allí, junto a la escultura que Agustín Ibarrola hizo para ti, nos hemos reencontrado muchos de tus amigos: Mapi, Rubén, Fernando, Niko, María, Félix, Carlos, Txusa, Miguel, José Mari, José Luis, Iñaki, Santiago, José Antonio, Consuelo… Allí hemos estado muchos de los que te queríamos en vida y te añoramos desde ese maldito ocho de febrero de 2003.
No sé cómo va a ir esto en el futuro, aunque tiene muy mala pinta porque los que eran tus compañeros de partido cuando ese pistolero de ETA te asesinó no hacen sino darnos disgustos y abochornar la memoria del PSOE que tan dignamente representabas. Yo ya he perdido la esperanza de que dentro de ese partido haya alguien decente que se atreva a levantar la voz en nombre de la dignidad y de la memoria a las víctimas.
Pero lo que sí quiero prometerte es que nosotros, quienes te conocimos, nunca nos rendiremos. Te prometo que no descansaremos hasta que consigamos derrotar la ideología criminógena en cuyo nombre ETA os asesinó a ti y otros 856 inocentes. Te prometo que no descansaremos hasta que avergoncemos -para hoy y para siempre- a quienes pactan con los defensores de una ideología que instauró el terror, el miedo y el dolor durante varias generaciones. Te prometo que no descansaremos hasta que logremos esa ideología criminal que expulsó de su tierra a cientos de miles de vascos sea considerada fuera de la ley.