Irresponsable ella, irresponsable él
Pedro Sánchez ha activado las puertas giratorias que prometió eliminar. De su cambio de postura se ha beneficiado nada menos que su mujer. Irresponsable ella, que acepta un cargo a medida que pone en entredicho su valía profesional por el evidente enchufazo en el Instituto de Empresa (IE). Irresponsable él, que compromete la credibilidad de su posición como presidente del Gobierno. Parece mentira que el jefe del Ejecutivo sea tan inconsciente de permitir que su pareja dirija una fundación que recibirá fondos públicos. Ética en la vida pública, lo llamaban los padres atenienses de la democracia. Puro sentido común, por ser más prosaicos. En cualquier caso, la ejemplaridad brilla por su ausencia en La Moncloa.
¿Qué ocurría si esto lo hiciera Pablo Casado? Pues que la injusta cacería que está sufriendo el presidente del Partido Popular por su máster en la Universidad Rey Juan Carlos quedaría en mera anécdota comparado con lo que tendría que soportar. Begoña Gómez tiene todo el derecho del mundo a ser una mujer destacada en su profesión si así lo merece su dedicación y esfuerzo. Eso nadie lo pone en duda por mucho que los defensores de lo imposible —la doble vara de medir reina en España— tiren de excusa barata y acusen de «machismo» a las personas que se atreven a criticar su nombramiento como directora del Centro de Estudios Africanos (IE Africa Center). No obstante, una cosa es el mérito y la valía profesional y, otra muy distinta, consentir una designación así cuando eres la mujer del presidente del Gobierno.
Estamos hablando de un puesto dentro de una organización que recibe fondos públicos y privados y que, por ende, se presta desde el primer instante a las suspicacias sobre un posible conflicto de intereses. Ni Sánchez ni su mujer tenían ninguna necesidad de pasar por esto, pero la inconsciencia es mala aliada de la ambición. El nombramiento de Begoña Gómez es insostenible y crea un cisma institucional donde no lo había, justo lo contrario de lo que necesita España en estos momentos tan convulsos, cuando los problemas caen en cascada sobre el Ejecutivo de Sánchez. El tiro en el pie es tal que ni a su peor enemigo se le hubiera ocurrido una maniobra así. Ahora, sólo queda que rectifiquen lo antes posible. De lo contrario, su Presidencia sólo será el previo de su defunción política.