Irene Montero premia los delitos de odio

El Ministerio de Igualdad de Irene Montero ha decidido galardonar a la drag queen y cantante Samantha Hudson con el Reconocimiento Arcoíris Orgullo de País por su «esfuerzo y dedicación» en «hacer normal lo que es normal». Pues bien, cuando Montero habla de «hacer normal lo que es normal» se supone que se refiere a lo que dijo la premiada: «Odio a las mujeres que son víctimas de violación y que recurren a centros de autoayuda para superar su trauma, putas pesadas». O «quiero hacer cosas gamberras como meterme a una niña de 12 años por el ojete».
Pues nada, como la drag Samatha Hudson es capaz de hacer normal lo que es normal, la ministra de Igualdad ha decidido premiarla. Que es tanto como recompensar los delitos de odio. El no va más. Irene Montero tendrá que explicar cómo es posible que alguien que odia -y lo dejo por escrito- a las mujeres violadas puede ser merecedora de un galardón del Ministerio de Igualdad, que se supone está -aunque ya no se sabe- para condenar con toda rotundidad a quien odia a las víctimas de una violación. A partir de ahora, cuando Irene Montero denuncie los delitos de odio por razón de género, habrá que recordarle que no se puede condenar y premiar al mismo tiempo.
Si los criterios para otorgar el Reconocimiento Orgullo de País son valorar el «esfuerzo y dedicación» por odiar, lo más razonable y sensato sería cerrar el Ministerio de Igualdad con la ministra y toda su cuadrilla dentro. Precintarlo directamente. Porque lo que ha hecho Irene Montero es una ignominia proporcional a su insoportable sectarismo ideológico. La ministra dirá que la tal Samantha Hudson se desdijo de lo dicho: «Me sabe fatal haber escrito eso en algún momento de mi vida sólo por intentar llamar la atención y hacerme la divertida. Tenía 15 años y pensaba que hacer la tonta de esa manera y frivolizar con temas tan delicados era lo más». Lo más, Samantha, no es que fueras tonta y frívola, lo más (repugnante) es que la ministra te haya dado un premio.