La inferioridad moral e intelectual de la izquierda

Noelia Núñez

La izquierda miente hasta para dimitir. Y como no dimite nunca, haga lo que haga, tampoco deja de mentir, pase lo que pase. Y es normal. Para dimitir, hace falta valor. O al menos, tener un mínimo conocimiento del sentido de la libertad. Y la responsabilidad. Como desconocen lo que significan ambos conceptos, por ignorancia o mala fe, alimentan su léxico de excusas, retóricas de pesebre y esputos estabulados. No entienden la idea porque odian todo lo que suene a individuo. Su ecosistema es la tribu, la masa adocenada, el colectivo durmiente y viviente, todo aquello que represente un perdón grupal que les hace inmune a cualquier tipo de castigo, por muy grande que sea el delito, o el engaño.

Por eso, se permiten dar lecciones a los demás sobre lo que no aplican a sí mismos. La izquierda ha construido su historia alrededor de una supuesta superioridad moral e intelectual que nunca tuvo. De ahí que use siempre el poder coercitivo del Estado para imponer leyes educativas y memorias antidemocráticas, apoyada en el siempre fiel y bien retribuido ejército de pseudo intelectuales que contribuyen a la causa con panfletos, canciones y películas de autor. Todo al servicio del antiprogreso. El socialismo que representan siempre fue adicto a eliminar lo que molestaba a sus fines, ya sea suprimiendo líneas del currículum, eliminando de las fotos a los correligionarios que molestan o borrando físicamente del mapa a todo disidente.

Esa misma izquierda tribal, de secta apesebrada, sale en tromba, incapaces sus miembros de hacer las cosas de frente y uno a uno, para exigir la dimisión de Noelia Núñez por falsear su curriculum vitae. Ocurre que la petición para asumir responsabilidades tiene que ejercerse desde un espacio de tranquilidad moral que la izquierda no tiene, y debe ser legitimada desde un propósito de imitación y enmienda que el socialismo no conoce. La exigencia de honestidad no es creíble en boca del ladrón ni la castidad es honorable cuando la ensalza un violador. La izquierda golfa, putera y corrupta no está, desde su inferioridad moral, intelectual y estética, en condiciones de pedir nada que no exija previamente a su espejo.

Noelia Núñez dimitió de sus cargos orgánicos e institucionales porque era insostenible seguir siendo diputada y vicesecretaria del Partido Popular mientras cobraba mordidas de empresas de la construcción en su tierra natal. No podía representar a los ciudadanos un segundo más quien usaba los recursos públicos para viajar a Nueva York con su chupipandi feminista a restregarle a los contribuyentes que le pagan el sueldo que son unos pobretones paganinis. Estaba obligada a irse después de que le pillaran enchufando a putas y puteros en organismos públicos, porque así contentaba a las élites de su partido.

Tras destaparse el escándalo de las menores tuteladas que escondió bajo su manto para que no se supieran que fueron obligadas a ejercer su prostitución, su joven trayectoria política se puso en cuestión, pero ahí siguió y resistió en el Congreso de los Diputados, mientras sus compañeros se iban a Ramsés con meretrices que contrataba su colega de escaño, un tal Tito Berni. Y es que Noelia pecó de modesta e incluyó un Grado que no cursó cuando podía haber puesto que tenía un inexistente Máster en Dirección Política, como el ministro de los retrasos, el que bloquea trenes con la misma facilidad con la que bloquea ciudadanos en las redes. O en plena ambición desmedida, pudo incluir en su declaración personal que hizo tres Máster certificados por la Universidad Rastafari de Jamaica, donde también los hizo Yolanda Díaz. Hasta podría haberse inventado una ingeniería como la de Patxi Nadie, que llegó a lehendakari parafraseando el principio de Arquímedes en euskera.

Pero no lo hizo. Noelia dimitió porque no es del PSOE. De haberlo sido, habría sido defendida y recibida en la sede socialista con alboroto y júbilo por representar a la perfección sus valores: la mentira, la ocultación, la excusa y la proyección. Por eso, en el PP y Vox tendrían que estar cada día, desde este momento, exigiendo dimisiones y ceses en el PSOE y en el conjunto del Gobierno por engañar y falsear currículos. E ir a las televisiones a denunciarlos, con nombres y apellidos. Porque si mentir en tu currículum es motivo de dimisión, cobrar mordidas de empresas a las que favoreciste, enchufar prostitutas en organismos públicos con el dinero del contribuyente, utilizar la sede del gobierno para negocios privados y robar los ciudadanos para mantenerte en el poder significaría, en cualquier país serio, el paredón. Noelia hizo bien en dimitir, pedir perdón e irse. Las mentes pesebreras de la izquierda tribal, que colectivizan desde la miseria hasta la muerte, nunca tendrán el valor de asumir tal responsabilidad. Porque si lo hicieran, estarían honrando el nombre que mejor define a ese apellido: el de la libertad. Y entonces, no serían de izquierdas.

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