La incapacidad económica de Sánchez
El presidente Sánchez llegó al Gobierno a lomos de una moción de censura sustentada en una amalgama extraña que sólo tenía como objetivo echar del Gobierno al presidente Rajoy, no tanto hacer presidente del Gobierno a Pedro Sánchez. Con ello, la moción perdía el espíritu constructivo con el que aparece en la Constitución y se convirtió en algo destructivo, hasta el punto de que no sólo está siendo destructiva contra una determinada acción de gobierno pretérita, sino que lo está siendo contra España, pues el precio a pagar por Sánchez para llegar y mantenerse en el poder alcanza cotas inimaginables.
Así, tenemos que ver el espectáculo miserable producido esta semana en el Senado cuando el presidente del Gobierno lamentó el suicidio de un terrorista etarra sin referirse a él como terrorista. Sólo esta cesión a Bildu, que le pasa la factura de su apoyo, basta para horrorizarse.
Además, desde el punto de vista económico no deja de tratar de hacer concesiones para mantenerse en el poder, sin prestar atención a la profunda crisis económica que sus medidas equivocadas y durísimas han provocado, y sin entrar en razón para presentar unos Presupuestos que conduzcan a la estabilidad presupuestaria, no a un mayor gasto que no podemos mantener.
Pues bien, junto con su cerrazón a pactar unos Presupuestos ortodoxos, para lo cual es imprescindible que expulse del Gobierno a Podemos, que es incompatible con la ortodoxia económica y la estabilidad presupuestaria, nos encontramos con su incapacidad para sacar adelante, pese a poner en almoneda a España, cualquier medida económica relevante.
Así, ha sido incapaz de aprobar unos Presupuestos Generales del Estado, gobernando con las cuentas de 2018, prorrogadas, que visto lo visto, pese a no ser buenas, al compararse han resultado excelentes como dique de contención a las barbaridades pretendidas por Podemos y que Sánchez está dispuesto a conceder con tal de mantenerse en La Moncloa. Adicionalmente, ha planteado un expolio a los ayuntamientos en su tesorería, para que tuviesen que ceder casi de manera obligatoria su remanente, bajo pena de quedar excluidos de cualquier relajación para poder realizar actuaciones urgentes, que tampoco ha conseguido sacar adelante al votarse la convalidación del RDL que lo instrumentaba, que ha perdido clamorosamente.
Esto demuestra que su alianza antinatural con comunistas, independentistas -algunos, condenados por sedición-, nacionalistas y con el antiguo brazo político de ETA, está perjudicando notablemente a España. Su incapacidad para gobernar es clara, que resulta cristalina a la hora de analizar la gestión económica: ha llegado tarde en todo momento en las actuaciones para mitigar los efectos económicos de la pandemia, agravados por sus malas decisiones; no aplica la política económica reformista que necesita España para remontar; y genera incertidumbre y desconcierto con su actuación, pues se percibe que no hay un rumbo claramente trazado, pese a los esfuerzos de la vicepresidenta Calviño, de política económica efectiva. Sólo se percibe el deseo de Sánchez de ganar tiempo con los fondos no reembolsables que reciba de la Unión Europea para tratar de anestesiar el desastre económico que ha generado y poder llegar a un momento que le sea más propicio, bajo la absurda idea de que con el gasto público va a poder corregir la terrible situación en la que su incapacidad para gestionar ha metido a nuestra economía.
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