La I-gnorancia
El hombre siempre ha querido dar respuesta a aquello que no entiende, pero sobre todo, lo que ha ansiado es buscar el sentido de su existencia. En ese trasegar, a lo primero que tuvo que dar explicación fue a aquello que tenía más próximo, como el día, la noche, las estrellas, el cambio estacional, su convivencia con lo animales, etc. Y en esa elaboración mental, aparecen los dioses.
En el mundo occidental, los griegos atribuyeron un antropomorfismo a los dioses, acuñando características tan humanas como género, sexo, emociones, relaciones, además de dones específicos, como la justicia para Minerva, los mares para Poseidón, etc.
A esta época se le ha denominado -histórica y filosóficamente- la era del «mito», ya que la explicación de todo provenía de los mitos divinos, a través de los cuales se impartía ética y justicia para los humanos. Los relatos homéricos son la prueba de cómo los Dioses, semidioses y humanos, interactuaban y eran premiados y castigados según sus actos.
Sin embargo, en el siglo V a.C. aparece Tales de Mileto, el primer filósofo de la historia, que rompe esta tradición del pensamiento «divino» al tratar de dar respuestas «racionales» a problemas como sequías o inundaciones. A esto se le denominó «el paso del mito al logos (razón)». La filosofía enseño a los humanos a cuestionarse todo, incluso algo tan sagrado como los Dioses.
Cuando cae el imperio romano (siglo V d.C.), el cristianismo se impone, y regresamos a un pensamiento divino bajo la forma de un Dios único, y hasta hoy, para muchas personas, la fe es la respuesta a los grandes misterios de la vida.
A pesar de que en los últimos siglos hemos vivido un progreso sin límites gracias a los desarrollos exponenciales de la ciencia y la tecnología, que han revelado sin piedad la explicación de los grandes misterios de la humanidad, tengo la impresión de que gracias a la inteligencia artificial (IA), hemos regresado a la era del «mito».
Cada vez que en un medio de comunicación sale un titular tipo «una IA predijo que la humanidad iba a desaparecer», siempre me pregunto ¿cuál es la intención que subyace a estas afirmaciones?
Vivimos nuevamente la era el del «mito» debido a la simple razón de que ignoramos absolutamente lo que es la IA, y nos resulta mas cómodo quedarnos con el clickbait de Internet, que incide en nuestras emociones primarias, que hacer el esfuerzo racional de estudiar qué significa esta tecnología.
Por mucho que lo ignoremos la historia es cíclica, y hace tan sólo dos siglos, cuando se construyó el primer ferrocarril en Inglaterra, la gente pensaba que era inseguro, que nadie necesitaba viajar tan rápido, que afectaría la lana de las ovejas, que iba a acabar con puestos de trabajo, que la velocidad produciría daños cerebrales, etc. ¿Os suenan estas afirmaciones?
El caso es que en 1802, la mayoría de los ingleses eran incapaces de vislumbrar el gran progreso que traería consigo esta tecnología, y todo por una absoluta ignorancia de los fines y el valor de dicha la misma . ¿Hoy podríamos pensar en una Europa sin trenes?
Lo que nos sucede hoy es algo muy parecido. Tememos a la IA porque desconocemos los fines y el valor que puede traer esta tecnología, pero con el agravante de que -a diferencia del tren- la IA puede ya estar afectando muchos aspectos de nuestras vidas de manera negativa.
Por ello, nuestra tarea es pensar cómo vamos a salir de este mito e ir hacia un logos digital, entendiendo cuáles son los fines de la tecnología, y trabajando para para que el valor creado se realice en beneficio de todas las personas. Sólo de esa forma seguiremos validando nuestro lugar en el mundo.
¿Quién será ese nuevo Tales de Mileto que racionalice lo que vivimos con la tecnología?
1. Rouyet, Juan Ignacio. (2023). Estupidez artificial. Libros.com
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