Hoy nuestro corazón llora con Venezuela: Abogacía, Diplomacia y Esperanza en Hispanoamérica

Hoy nuestro corazón llora con Venezuela: Abogacía, Diplomacia y Esperanza en Hispanoamérica

Érase una vez un tiempo en que Rubén Darío como diplomático y periodista era quien enviaba crónicas sobre la América Hispana a la prensa escrita; o José Martí o Andrés Bello quienes desde sus respectivos exilios soñaban con una América de lengua española. Nueva tierra de promisión. Santuario de «lo real maravilloso». Fértil predio de ideas revolucionarias. Han pasado, empero, más de dos siglos y la gangrena de la corrupción y el desamparo zahieren la población hermana del otro lado del Atlántico.

Inerme y abatida, esta población civil continúa su éxodo hacia ninguna parte. Esa Hispanoamérica que los franceses ampulosamente llamaron “latina” para que todos recordáramos que su gesta grandiosa se limitaba a colonizar las islas de Martinica y Guadalupe. Esa Latinoamérica que los gringos nunca entendieron más allá de considerarla como el patio trasero de su vivienda.

Hoy no lloramos por la Argentina con Evita. Ni se nos ponen los pelos de punta con la tiranía demoníaca de Trujillo. Ni los ínclitos comandantes guerrilleros Tirofijo o Monojojoy nos azuzan la guerrilla colombiana de las FARC. Tampoco nos despierta el dolor del telediario de cada mañana con los estudiantes muertos por la libertad en Managua.

Hoy nuestro corazón está con Venezuela. Este gran país se ha convertido en el paño de lágrimas de toda la América española. Su lucha por la libertad y los Derechos del Hombre no sabemos si tendrá éxito o, atada a la bella Cuba y su sempiterno régimen dinástico, habrá de esperar «100 años más de soledad» acostada con Gabo, el gran embajador del boom hispanoamericano.

Me dice Juan Carlos Gutiérrez, abogado de Leopoldo López, líder de la oposición venezolana encerrado hoy en la Embajada Española de Caracas, que tan pronto como aterrizó allí la semana pasada el servicio secreto de Maduro le fue a detener. Consiguió escapar y, fugado, pasar caminando a duras penas la frontera colombiana a través de las “trochas”, americanismo que significa senderos irregulares transfronterizos. Confundido entre sus compatriotas. Estos que desean cruzar cada día para comprar algunos víveres o medicinas.

Desprovisto de pasaporte que le había incautado arbitrariamente la policía secreta, fue un milagro que Juan Carlos consiguiera llegar a Miami. La inmigración de USA le retuvo horas y finalmente la Administración norteamericana le permitió acceder a aquel país.

Juan Carlos es un ejemplo de abogado de Derechos Humanos. Todo un referente. Si fuera inglés estaría forrado, pero no lleva peluca y su pantalón vaquero está lleno de agujeros. Atesora en la memoria todo el conocimiento de un jurista valiente que un día, ora defiende a un preso político cubano con éxito de excarcelación como el disidente Eduardo Cardet, ora convence ante las autoridades de la Comunidad Internacional la legalidad del indulto otorgado por el Presidente Guaidó para con su patrocinado Leopoldo López.

Su misión: verificar sobre el terreno que todos los requisitos de legalidad procesal y constitucional se habían cumplido al objeto de indultar a su defendido. Misión cumplida. Ahorita –como diría él– Juan Carlos está en España presto y dispuesto a viajar otra vez al Tribunal Penal Internacional de La Haya del que forma parte como miembro de su Consejo. Su hégira es un lamento, un grito soberbio de apoyo y solidaridad como la imagen del caballo de Picasso en el Guernica.

Grande y muy destacable ha sido el enorme apoyo que le ha prestado el diplomático español, Jorge Urbiola, todo él eficacia, y la excelente profesionalidad del Cónsul General de España en Miami, D. Cándido Creis Estrada, sin el cual hoy Juan Carlos Gutiérrez no podría estar con su familia en Madrid ni con sus compañeros del despacho en Cremades & Calvo-Sotelo.

José F. Estévez
Abogado, Socio Director de Cremades & Calvo-Sotelo Abogados

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