Un homenaje al culto a su personalidad, estilo Kim Jong-un
El Congreso que el actual PSOE ha celebrado este fin de semana es lo más parecido a un homenaje para aclamar al líder supremo, convocado para la ocasión. El culto a su personalidad ha quedado patente de la forma más patética teniendo en cuenta la situación política en la que se ha producido, con presuntos casos de corrupción que afectan incluso al mismo fiscal general del Estado que es nada menos que la persona que dirige la institución que tiene por misión «promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad». La contradicción existencial que significa que esa persona esté siendo investigada por el Tribunal Supremo por un presunto delito cometido para actuar contra un adversario político del Gobierno, supera todo lo imaginable.
¿Cómo se va a poder confiar en una fiscalía que está jerarquizada y cuya máxima autoridad se encuentra en esa situación procesal? El daño infligido a un correcto funcionamiento del Estado de Derecho es enorme , y responde a aquella frase de Sánchez que compendia lo que sucede: «¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso». No se merecía esta cualificada institución un desprestigio de tamaña entidad, cuyos miembros- salvo contadas excepciones- gozan de una acreditada imparcialidad y prestigio en su actuación judicial alejada de cualquier atisbo de partidismo. Pero no acaban ahí como es sabido los escándalos que afectan de lleno al círculo familiar del mismo presidente y de lo que era el entorno más estrecho de su partido.
Ayuda a entender lo que es ese actual partido sanchista, recordar cuál fue el entorno personal que le acompañó en su aventura para recuperar la secretaría general de la cual fue desposeído por el máximo órgano del PSOE entre Congresos. Y precisamente para impedirle hacer lo que desde entonces viene haciendo, pactando un auténtico monstruo político -un Frankenstein- como lo bautizó su antecesor Pérez Rubalcaba.
Su mano derecha indiscutible fue José Luis Ábalos que defendió su moción de censura desde la tribuna del Congreso en nombre del Grupo Parlamentario Socialista -con tan sólo 84 diputados- exponiendo que «la corrupción del PP la hacía imprescindible» y comprometiéndose a combatirla con absoluta firmeza. Hoy no es necesario recordar lo que su número 2 del PSOE hizo al respecto. El otro acompañante en el vehículo itinerante era un tal Koldo, «militante socialista ejemplar» y custodio de los avales obtenidos de la militancia socialista durante esa gira electoral. Esa pareja junto a Santos Cerdán y Víctor de Aldama conformaron la guardia pretoriana que le repuso al mando de Ferraz. ¿Alguien puede creer que de ese grupo podía surgir algo diferente?
La mentira convertida en simples «cambios de opinión» es el santo y seña de un Sánchez que no ha tenido ni tiene escrúpulo alguno en mentir a su electorado, afirmando que nunca haría depender la estabilidad de su Gobierno de «partidos separatistas» o que «con Bildu nunca -si quiere se lo repito veinte veces- pactaría». No sólo gobierna gracias a ellos sino que los ha indultado y amnistiado sin arrepentimiento alguno por su parte, para conseguirlo.
Un caso conocido esta semana en el Reino Unido ayuda a ilustrar la diferencia. La ministra británica de Transporte ha dimitido tras reconocer haber mentido a la policía sobre el robo de su móvil. En una carta al primer ministro, Keir Starmer, ha dicho que pese a que aquello fue un «error» que se resolvió con una mínima pena, «no quiere perjudicar la labor del Ejecutivo». Aquí Sánchez se atreve a proclamar ante sus enfervorizados aplaudidores que preside un «Gobierno limpio».
Ahora su gran novedad es una empresa pública para construir viviendas, lo que evoca al INV, el Instituto Nacional de la Vivienda de Franco, que por cierto construyó 6 millones. Su ministra del ramo entusiasmada ha publicado en X que no se conforman con la ley de la Vivienda y que cuando acaben «con la derecha», blindarán «las políticas de vivienda en la Constitución». Con ese talante, cantando La Internacional con el puño en alto, y flanqueado por los líderes de UGT y CC.OO se clausuró ese homenaje sanchista propio de Corea del Norte, no de la UE. Y el padre Ángel con su corbata y bufanda rojas sentado detrás de él y su esposa. Cual su personal guardaespaldas.
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