Hay que construir más y hacia arriba
Parece que hoy en día es una osadía asegurar que hay que construir más en España, y ya no digamos que hay que hacerlo hacia arriba. Los últimos datos de Eurostat muestran que en el segundo trimestre la producción de la construcción se contrajo, especialmente la parte que se encarga de levantar edificios. Algo que es especialmente preocupante por el enorme problema de vivienda que sufre el país.
Es más, el portal estadístico de la Comisión Europea desvela que en España se está construyendo por debajo de los niveles de 2021. Es decir, una de las causas del problema de la vivienda es que España construye menos ahora que en pandemia, cuando la gente no buscaba casa. ¿Cómo se concibe esto?
En otras ocasiones hemos hablado sobre el fondo de la cuestión. Y es que no sólo construir ayuda a mejorar la solución, sino que es necesario que existan oportunidades repartidas a lo largo de todo el territorio para evitar migraciones masivas a puntos tensionados.
Hay que construir más en España
Sin embargo, y dado que generar oportunidades económicas y laborales en todo el territorio es más costoso y lleva más tiempo, mientras tanto hay que continuar haciendo cosas para aliviar la situación. Es decir, hay que construir más, y esto no quiere decir que haya que expandir las ciudades que tienen mucha gente, sino que habrá que asumir cambios urbanísticos que hasta ahora parecían impensables.
Para un coruñés como yo, llama la atención que una ciudad como La Coruña se vean muchos más rascacielos de vivienda que en Madrid. Y es que en la ciudad herculina existe también un problema de tensionamiento de la vivienda, especialmente por la forma de la ciudad, que está prácticamente rodeada por mar por ser una península. No obstante, en la urbe gallega han atajado parcialmente el problema con edificios como la Torre Hercón o las Torres de San Diego.
Sin embargo, en Madrid se ven numerosos edificios de tres, cuatro o cinco plantas. De hecho, el centro está prácticamente copado por este tipo de viviendas (Malasaña, Moncloa, Argüelles, Chueca…). ¿El motivo? Muchas veces es preservar las fachadas históricas. Algo que puede estar bien en algunas ocasiones, pero que roza la inmoralidad absoluta cuando se prima el cuidado de la historia a que los ciudadanos puedan tener un techo.
En las grandes capitales del mundo no han tenido más remedio que construir más y hacia arriba. Grandes rascacielos se erigen en Tokio o Nueva York. Sin embargo, Madrid continúa teniendo cierto celo de su composición urbanística. No es que vaya a quedar más o menos bonito, ni que sea cuestión de como quieren los madrileños que se vea la urbe, sino que empieza a ser algo de imperiosa necesidad.
La escasez de viviendas, la escasez de licencias de construcción, la normativa que impide construir grandes rascacielos en zonas enteras o derribar edificios… Todo eso genera limitaciones a una necesidad básica humana. Algunos dicen que el problema es que hay gente que tiene propiedades. Nadie se da cuenta de que las propiedades se pueden generar, pero, para hacerlo, hay que construir más.
Y es que la crisis de vivienda en España está siendo tan acuciante que peligra una generación entera. Los jóvenes apenas pueden acceder a un inmueble, ya no hablemos de uno remotamente parecido al que tenían sus padres. Eso de tener tres o cuatro habitaciones con un precio asequible suena a ciencia ficción ahora. Por tanto, es plenamente legítimo aspirar a un sistema que pueda generar precisamente eso, viviendas amplias para que se creen proyectos familiares.