MERCADO INMOBILIARIO

La vivienda se construye, no se distribuye

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Benjamín Santamaría
  • Benjamín Santamaría
  • Economista, analista, conferenciante y máster de educación. Redactor de economía en OKDIARIO y autor de "La economía a través del tiempo" en el Instituto Juan de Mariana

El precio de la vivienda ha subido a un ritmo más o menos constante desde 2020, según los datos que ofrece el portal inmobiliario Idealista. Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja que la compraventa ha sufrido un retroceso y, tan sólo en marzo, se ha desplomado un 19,3%. Es decir, la demanda se ha contraído y, pese a ello, el precio continua al alza, por lo que se puede deducir que existe un notable problema de oferta en el mercado inmobiliario.

En términos éticos y no puramente económicos, es lógico defender que los jóvenes deben de tener un mayor acceso a la vivienda. El problema recae a la hora de analizar las causas de que esto no esté sucediendo y, a su vez, saber dirimir cuáles son exactamente las mejores soluciones.

Para algunos políticos, el problema viene de una mala distribución de los inmuebles. Vendría a ser algo así como que hay un sector de la población, normalmente aquellos que son de una edad más avanzada, que pudieron acceder a un piso con mucho menos dinero y que, por ello, provocan que las propiedades se concentren en un grupo de personas e impiden que otros tengan las mismas oportunidades.

Así lo insinuó el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, a través de la red social X el pasado 14 de mayo: «Hay que facilitar una distribución equitativa y lo más amplia posible de la propiedad».

Esta mentalidad, cercana a las viejas y superadas luchas de clases marxistas, interpreta que existe una separación tensa entre generaciones y olvida que las personas de edades más avanzadas son miembros de familias compuestas por los más jóvenes.

Es decir, dado que el problema de la vivienda es la existencia de una escasez de estos bienes (de oferta), aquellos que tienen en su haber alguna propiedad no son responsables del estancamiento de la construcción, sino que suplen con sus inmuebles las carencias de los de menor edad al ofrecerles, muchas veces de forma gratuita y caritativa, un lugar en el que vivir.

Es decir, el problema de la vivienda se agravaría si los propietarios no hubieran invertido en ellas cuando el precio lo permitía, haciendo que la mayoría de familias españolas tengan acceso a una vivienda y que los de menor edad tengan un techo hoy en día gracias a sus padres y abuelos.

Disociar los lazos que existen entre jóvenes y mayores (como si los segundos no disfrutaran de lo que tienen los primeros en términos generales) es realizar un mal análisis de la situación.

El objetivo, por tanto, no debe ser ni distribuir ni redistribuir, sino facilitar el acceso a la vivienda con más oferta, es decir, construir. Cada uno tiene que compararse con uno mismo («no tengo casa y necesito una») y no con los demás («no tengo casa y ese tiene una»).

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Viviendas españolas (Foto: EP).

Otras causas del problema de la vivienda

La falta de construcciones y de inversiones inmobiliarias no es la única causa de la escasez en este mercado. Hay algo aún más importante: la demografía. La desindustrialización de numerosas zonas de España, así como los ataques constantes a la ganadería y la agricultura, han provocado que las economías rurales y regionales se estanquen o decaigan.

Así, la situación se hace mucho más compleja y estructural. Muchas personas huyen de la tierra en la que nacieron para buscar oportunidades en capitales de provincia o en Madrid. Esto, evidentemente, no es su culpa, sino que es el efecto de una economía centralizada que no genera oportunidades dispersas, algo que a largo plazo comenzará a tener consecuencias aún más severas.

Las regulaciones excesivas que afectan al sector agrícola hacen que el campo sea poco rentable y un privilegio para unos pocos. El empeño de cerrar centrales de carbón o nucleares destrozan empleo y riqueza en comarcas enteras.

El resultado de todo esto es que hay zonas de España con cada vez más viviendas abandonadas y otras en las que no hay casa para tanta gente. El alza de los precios es un fenómeno localizado, capitalino. El problema general de la vivienda es otro, mucho más profundo y diferente dependiendo del lugar.

He tenido la oportunidad de ver en mi tierra casas del siglo XV siendo carcomidas por la maleza. Un verdadero patrimonio que ha sido mantenido por generaciones de una misma familia y que ahora se está abandonando a su suerte porque nadie quiere vivir ahí.

Los descendientes de los habitantes que estos lugares prefieren desarrollar su vida profesional lejos, en un lugar que les pueda ofrecer una vida más o menos digna. Los problemas del mercado inmobiliario se solucionarán, por tanto, cuando seamos capaces de crear una España unida en lo disperso y con oportunidades y proyectos en todas partes.

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