Greta: un poquito de ‘porfavor’

Greta Thunberg
Greta Thunberg

¿Está creciendo en el mundo el escepticismo respecto a que el cambio climático sea la amenaza que desde hace décadas vienen anunciándonos? Se acaba de publicar una gran encuesta internacional, The Gallup Risk World,  con el objetivo de medir esa preocupación en los habitantes el planeta. La Encuesta de Riesgos de Gallup, que entrevistó a 125.000 personas en 121 países, informó que menos de la mitad de los encuestados estaban preocupados por el cambio climático antropogénico. Quienes menos lo estaban resultaron ser China, donde solo el 20 por ciento ve el cambio climático como un peligro claro y presente, Medio Oriente y África del Norte (27%) y el sudeste asiático (39 por ciento). Países que están, por cierto, entre los más contaminantes del planeta. Entre los más concernidos, EEUU, donde la «concienciación sobre el cambio climático» se había incrementado ligeramente desde la última vez que se realizó la encuesta.

En general, se muestra una caída del 1,5 por ciento en la creencia en el cambio climático como una amenaza muy grave y, algunas publicaciones, lo atribuyen a la exageración y al tratamiento histérico de las noticias. Al parecer, los ciudadanos se empiezan a poner en duda el relato ortodoxo, y esto afecta a los gobiernos. Esta encuesta, por ejemplo, se publica después de que el gobierno sueco cuestionase a su Ministerio de Medio Ambiente y se mostrara más abierto a la energía nuclear. Lo mismo ha sucedido con Japón y, desde luego, y visto lo visto, Alemania. No cabe duda de que, en Europa, gran parte del cambio de perspectiva se ha debido a la guerra en Ucrania y la subsiguiente crisis energética. Se ha experimentado, sin duda, un reordenamiento de prioridades. En Reino Unido, el parlamentario Jacob Rees-Mogg, del Partido Conservador, criticó el alarmismo climático y el programa Net Zero. Se espera que el gobierno otorgue hasta 130 nuevas licencias de petróleo y de gas del Mar del Norte. 

¡Hasta Greta Thunberg está diciendo «digo» donde antes aullaba «Diego»! La joven e hipermoralista agitadora ha molestado a sus seguidores más fanáticos admitiendo que en las circunstancias actuales la energía nuclear puede ser necesaria. Incluso el venerado David Attenborough ha sido objeto de críticas por su exagerada tendencia al catastrofismo y por no ser suficientemente cuidadoso con sus afirmaciones.

Este primero de noviembre, en Ámsterdam, se publicó una carta dirigida a los líderes mundiales reunidos en la COP27 en Sharm El-Sheikh, en Egipto. En ella se acusaba a la ONU de fracasar en sus medidas de gran alcance sobre el clima para obtener, como consecuencia de las mismas, «un impacto negativo sin precedentes en la prosperidad y el bienestar del mundo». Según los firmantes, nunca ha existido una «crisis climática existencial» y las declaraciones del IPCC se basaban en modelos informáticos obsoletos «sobrecalentados» y entusiásticamente respaldados por los medios de comunicación. 

Gran parte de la grave crisis energética se consideró, dicen los firmantes, fruto de la guerra en Ucrania y no era así. Más bien fue el resultado de unas políticas del todo erróneas bajo la influencia del alarmismo. Efectivamente, dejaron de promover la inversión en generación de energía confiable: centrales eléctricas convencionales de combustibles fósiles y nucleares. E ignoraron que la generación masiva de energía solar y eólica crearía una grave escasez de materiales como el cobre y el neodimio.

Los ciudadanos deberíamos exigir un escepticismo sano. Lo primero de todo sería despolitizar la ciencia del clima y no “cancelar” las intervenciones objetivas de expertos independientes. Hemos desarrollado un gran disgusto por los combustibles fósiles, pero, seamos sinceros: vamos a seguir necesitando petróleo y gas durante varias décadas. Y no digamos la energía nuclear, que muy posiblemente será la principal fuente de energía del futuro (y ojalá pronto la de fusión). Sin embargo, nadie diría que esto está ocurriendo cuando vemos las noticias, no sólo en TVE, sino en A3, Telecinco y no digamos la Sexta.

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