«Cuadrilla de aficionados»

Gobierno

Una de las mejores definiciones a propósito del Gobierno que soportamos (democráticamente, naturalmente) la ha dado el más veterano, el mejor, el columnista en activo con más memoria (democrática, of course), Raúl del Pozo, que viene de Cuenca y que aspira con justeza al más allá. “Cuadrilla de aficionados”, ha escrito. Como es persona caritativa y precisa se ha quedado ahí. Aunque podría haber enfilado con la pluma acerada que le contempla otros derroteros bajo la visión de un moderado patriota que ve, como tantos de su generación, como se disuelve como un mal suflé, aquella Transición que un día fue calificada como “milagro” aquí y acullá.

Pues bien, es lo que, en efecto, son. Una cuadrilla mal avenida que se pelea por la merienda (navaja en cinto), sumamente aficionados a vivir –lo mejor posible-del contribuyente, imparables ya en sus bajas pasiones porque ven que la “gente” –sí, sí, la “gente”-ni les cree, ni les quiere. Aficionados lo son mucho a lo que más jode al pueblo llano que ya no llega a final de la semana: gastar el dinero de los demás como si fueran ricos y el jurdó fuera de su propiedad. Ahí tienen a la ministra de Igualdad, incapaz de condenar las agresiones y abusos sexuales a una menor, que ni corta ni perezosa se ha subido al Falcon –¡tras Sánchez, si no has montado en Falcon no eres nadie!- y se ha ido a enmendar la plana al Tribunal Supremo de EEUU en cuestiones de aborto, que ella, dicen, en esas cuestiones es consumada especialista.

Qué decir del aficionado coleguilla Garzón, con sus aficiones a demonizar con lo que él y su familia disfrutan con fruición. O del joven y variopinto Errejón, que por toda propuesta para acabar con las discriminaciones propone vestir la zamarreta del equipo nacional de fútbol con la bandera arco iris. Así hasta el infinito. O la superguay Díaz, que dice que no puede acoger inmigrantes porque no tiene una casa lo suficientemente grande cuando vive en una pagada por el contribuyente de 500 metros. Vendrían luego la retahíla de paqueiradas de la Montero (Hacienda). Dice que el 10,2 por ciento de inflación no es cosa novedosa y que la subida de la luz y el gas no va con ella porque se paga con dinero público “como gasto de trabajo”.
Insisto, la lista de despropósitos llenarían los megabytes enteros de este diario. No estaría divertirnos un rato (sirven para poco más) en unos momentos en los que salvando a José Mota el listado de humoristas en España resulta pobre y escaso.

Por añadir algo a lo dictaminado por el maestro conquense a la “cuadrilla de aficionados”, yo añadiría una palabra más: “ricos”. Ellos.

P.D. Prácticamente, ninguna de las promesas del Gobierno socialcomunista se ha cumplido. El nivel de pobreza y de exclusión alcanza ya el 24 por ciento. Con eso está todo dicho.

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