La financiación «suficiente» abre la puerta a más derroche

La financiación «suficiente» abre la puerta a más derroche

El grifo del dinero público no debe aumentar su caudal para sostener a los partidos políticos. Los españoles están cansados de financiar estructuras elefantiásicas con aroma a clientelismo y repletas de enchufados. ¿Cuánto vale esa financiación “suficiente” de la que hablan PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos? De partida, el pacto llama la atención aunque sólo sea por los compañeros de viaje. Dado el comportamiento que han tenido los dirigentes de Podemos en los últimos meses —mención especial a su deslealtad en Cataluña— chirría la unión repentina de Ciudadanos con ellos. Sobre todo si tenemos en cuenta la férrea conducta que ha tenido la formación presidida por Albert Rivera hasta el momento. Resulta más normal lo del PSOE, ya que lamentablemente el bandazo parece el estado natural en la formación del puño y la rosa de un tiempo a esta parte. Por eso, ver ahí a Rivera se hace difícil de entender. 

En cuanto a la medida en sí, más allá de exigir una mayor cantidad de dinero para sostener unos partidos que en ocasiones parecen empresas, lo que habría que poner sobre la mesa son las normas para aumentar la transparencia y el control sobre las cantidades que reciben todas las formaciones, como sucede en los países más importantes del mundo. Tanto en los ingresos públicos —que ya rondan el 80%— como en los privados. Es ahí donde habría que incidir en vez de seguir exprimiendo la ubre del dinero público. Especialmente cuando, al mismo tiempo, esos partidos reclaman subidas de aspectos tan perentorios como las pensiones o el salario de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La Constitución tiene reformas más urgentes y necesarias que la financiación de los partidos. De hecho, para acometerla, antes deberían resarcirse las cuestiones anteriormente citadas y, por su puesto, asegurar al ciudadano una honradez inexcusable. También, establecer las penas para quien malverse el dinero de los contribuyentes. 

Algo que ya sucede en países como Francia, donde la financiación de los partidos políticos está ente lo público y lo privado. Un sistema al que debería dirigirse España. No obstante, allí los controles son mucho más duros que en nuestro país, una asignatura pendiente que nuestro sistema tiene que aprobar antes de exigir más dinero al Estado. En el país galo, por ejemplo, aunque las donaciones de particulares están permitidas, no así las de empresas. En Reino Unido, la trasparencia es total y la mayor parte de la financiación es privada, igual que ocurre en Estados Unidos. La diferencia principal con respecto a nosotros es que, a pesar de que no siempre se evitan los casos de corrupción, la lupa pública sobre cada movimiento es gigantesca. Aquí, antes de pedir, habría que asentar, asegurar e impulsar la absoluta limpieza. De otro modo, sería difícil de explicar a los españoles. Al fin y al cabo, que nadie lo olvide, se trata de su dinero.

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