¿Se están dando las condiciones ideales para la próxima recesión?
El fin de los estímulos monetarios en Estados Unidos y la normalización de las condiciones financieras de la Reserva Federal, cuyas consecuencias ya se empiezan a notar en la Bolsa norteamericana estos días, así como la inminente retirada de su laxa política monetaria por parte del Banco Central Europeo, caldean el ambiente del temido mes de octubre y hacen pensar en cómo reaccionará la economía ante el nuevo escenario marcado por la retirada de tantos alicientes financieros después de bastante tiempo acostumbrada a tantas facilidades. La subida del precio del petróleo, que es una constante que se ha dado con carácter previo a las últimas recesiones, aumenta la preocupación. El momento de efervescencia que vive Wall Street, cuando se empieza a reconocer que la sobrevaloración de la Bolsa estadounidense podría ser de un 20%, agita las dudas. Además, la propia efervescencia de Wall Street y de las restantes bolsas del mundo, con tasas de endeudamiento empresarial muy elevadas y que alcanzan máximos históricos, supone un peligro nada despreciable.
La política fiscal de Trump anima a la economía norteamericana al punto que su tasa de paro es del 3,7% en estos momentos y su actual crecimiento, impulsado sustancialmente por los alicientes de la política fiscal de Trump, que podría acabar siendo en 2018 casi del 3%, está por encima de su potencial. Hay quien ve un sobrecalentamiento de la economía estadounidense con una inflación en subida que marca el paso y, acá está el punto fatídico, con la consiguiente reacción al alza de los tipos de interés. De los muchos factores determinantes que agitan el próximo golpe de la economía, la subida precipitada de los tipos de interés aparece como factor clave. En cuanto se produzca la corrección, máxime si ésta es más o menos súbita, se entraría en riesgo de iliquidez, ventas de activos a precios de derribo y colapso financiero. Con todo, aún hay más consideraciones que provocarían el anunciado efecto Coyote.
Así, que el inversor duda, aparecen los miedos y las bolsas, sensibles a los rasgos psicológicos de los inversionistas y al pulso tan peculiar de los mercados, se hacen más sensibles y sus cotizaciones bajan al ritmo que se imponen las ventas, primordialmente de acciones, a la vista del escenario de variaciones en los tipos de interés. Octubre siempre es un mes maldito para las bolsas. Un 24 de octubre se desencadenó el jueves negro del crac del 29. El 19 de octubre de 1987 fue aquel inolvidable lunes negro. Tras la quiebra de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, los efectos devastadores en la bolsa norteamericana acontecieron durante el mes de octubre de 2008. Octubre, pues, es un mes más o menos atravesado en los parqués y es que el otoño inspira decorados más bien grisáceos.
¿Qué está pasando ahora?
Nada nuevo bajo el firmamento que no hayamos comentado antes. Los inversores dudan a la vista de las alarmas que se disparan sobre la economía mundial. La guerra comercial, con las dos grandes potencias en lucha, Estados Unidos, cuyo PIB en 2018 superará los 20,5 billones de dólares, y China, con un PIB de 13,5 billones, impactará negativamente en los resultados empresariales y a menores beneficios, menores dividendos. Los tiempos de exuberancia recientes que todavía estamos viviendo formarán parte del álbum de los recuerdos. Por añadidura, como decíamos, las altas tasas de apalancamiento corporativo juegan en contra y siembran interrogantes sobre la banca mundial porque a fin de cuentas son las grandes entidades financieras las que, animadas por la disposición de abundante liquidez, han suministrado fondos con los que financiar transacciones de hondo calado y considerable enjundia.
La subida de tipos en Estados Unidos hace que los inversores concentren sus miradas en los bonos del Tesoro y en la renta fija, con intereses que ya superan el 3%. La fortaleza del dólar y los tipos altos golpean a las economías emergentes, fuertemente dolarizadas. Y en Europa, irrumpen las sombras sobre Italia y su crecimiento anémico, a la par que su pulso fiscal con Bruselas más los interrogantes que se ciernen sobre España y la ralentización de la economía de la zona euro donde incluso la locomotora alemana pierde algo de fuelle. A todo ello, el Fondo Monetario Internacional no descarta el riesgo de una nueva crisis. ¡Cóctel explosivo para los mercados financieros y atentos, pues, a las señales de humo que se otean en el horizonte!