España no puede tener una Policía maniatada

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La muerte de un policía en Andújar tras recibir un disparo, posiblemente una bala perdida de un compañero, cuando intentaban reducir a un hombre armado con un cuchillo y un martillo, reabre una vieja polémica en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Es sabido que cualquier agente de Policía en España si dispara su arma reglamentaria durante un servicio se expone a un complejo proceso plagado de burocracia y explicaciones, a un tortuoso examen que se agrava si el disparo hiere o mata a una persona, como es el caso. Lo ocurrido en Andújar bien podría tener que ver con el miedo que tienen los agentes a hacer uso de su arma, incluso cuando están bajo amenaza: por no emplear su arma de fuego -o hacerlo sólo in extremis- ponen en peligro su vida y la de sus compañeros.

El pasado domingo, un agente de la Policía Nacional fallecía en Andújar (Jaén) tras recibir un disparo. Una bala perdida de un compañero que apretó el gatillo cuando su agresor, armado con un cuchillo, ya se le había abalanzado encima. Las imágenes muestran cómo el agente que disparó su arma retrocede durante decenas de metros, hasta que el agresor cae sobre él blandiendo el cuchillo e hiriéndole. Fuentes consultadas por OKDIARIO lo tienen claro: «Si no hubiese tenido dudas de disparar antes, el tiro estaría bajo control, seguramente en alguna parte no vital del agresor, y no estaríamos hablando del funeral de un compañero».

En efecto, lo ocurrido recupera el debate sobre lo condicionado de las actuaciones policiales en estos casos y cómo un disparo a tiempo o una pistola de descarga eléctrica táser puede resultar clave para evitar desenlaces como el de Andújar, donde, además del agente, falleció el agresor, abatido por otro policía. El Tribunal Supremo ya sentó jurisprudencia sobre estos enfrentamientos. Y lo hizo en una sentencia de hace menos de dos meses en las que se pone en valor el concepto de legítima defensa cuando existe -como en el caso de Andújar- una amenaza real contra la vida del agente. Conclusión: España no puede tener una Policía maniatada, temerosa de utilizar sus armas por el riesgo de que, a la mínima y aunque todo esté muy claro, le abran una investigación

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