España divide (Carta a Rivera)

España divide (Carta a Rivera)

Querido Albert:

Te conocí antes que nadie. Desde luego antes que el 99% de esos periodistas patrios que ahora te hacen la pelota cuando inicialmente te despreciaban o que te calumnian porque te temen más que a un nublado. Fue en 2006, acababas de ser la gran revelación de las autonómicas catalanas estando en el lugar adecuado en el momento oportuno tras ese striptease que fue la gran sensación de campaña y yo te invité al Foro de El Mundo de Baleares. Llenaste las 800 sillas del auditorio sin despeinarte. Y a todos, y a todas, que diría Irena Montera, dejaste con la boca abierta con ese desparpajo y esa oratoria fluida que te caracterizan. Ahí intuí que acabarías siendo uno de los más brillantes políticos de nuestra época y, desde luego, el que de largo mejor debate. Se vio en los dos de las anteriores generales en los que te comiste con patatas a todo lo que tenías a izquierda y derecha. Por cierto: tu zascatesis fue sencillamente magistral.

El problema, querido Albert, ha sido y es la banda de palmeros que te dice lo que quieres oír. Y tu problema es que te creíste presidente antes de serlo. No te vendría mal que buceases un poco en la Antigua Roma y comprobases cómo esquivaban la soberbia, el pavorrealismo y el engreimiento los emperadores: llevando a su lado a una corte de machacas que se dedicaba noche y día a recordarle la frase del millón de denarios, “¡recuerda que eres mortal!”.

Quizá esta sencilla medicina te permitiría regresar a esa tierra de la que nunca debiste salir. Las estrellas están bien para un rato y, sobre todo y por encima de todo, para cuando toquen. Pero anticiparlas es el camino más recto a la frustración. Tal vez por eso aún sigues sin enterarte de qué va la vaina ésta de una Ley D´Hont que prima la unión y castiga sin misericordia la división. El pasado lunes 30 dejaste pasar la oportunidad de oro para que Pablo Casado y tú fuerais juntos, como un solo hombre, a las elecciones. Tan cierto es que el que avisa no es traidor, y tú ya se lo habías anticipado al presidente del PP el lunes 16, como que desde Esopo hasta el más ramplón de los himnos modernos apelan a esa unión que hace la fuerza.

No deberías olvidar que las grandes gestas políticas fueron siempre fruto de innumerables renuncias de seres dispares

Convendría que no olvidases que las empresas más potentes son normalmente las que nacen del esfuerzo de un sinfín de socios, no las unipersonales. Que los países más poderosos de la historia de la humanidad, del presente, del futuro y del más allá los que congregan más territorio y población. La prueba del nueve son los Estados Unidos de América. Y las grandes gestas políticas fueron siempre fruto de innumerables renuncias de seres dispares que antepusieron lo que les unía a aquello que les separaba en pos de ese bien superior que se llama el porvenir de la gente.

Fíjate, Albert, en esa Unión de Centro Democrático a la que acertadamente tanto te quieres parecer. Una UCD que fue la quintaesencia de cuanto digo. Tipos tan dispares en origen y destino como Joaquín Garrigues Walker, Paco Fernández Ordóñez, Íñigo Cavero, Abril Martorell o Marcelino Oreja se dieron la mano y se pusieron todos detrás del gran Adolfo Suárez porque eran estadistas y pensaban más en dejar el mejor y más libre país posible a sus nietos que en saborear las mieles de la gloria a título personal en unos tiempos en los que los experimentos sólo se podían hacer con gaseosa. Cuando se tiraron los trastos a la cabeza y priorizaron el yo-mí-me-conmigo se fue todo al carajo y pasaron de 168 diputados a 11, un Récord Guinness.

Aunque tú apenas tenías 11 años, te recuerdo que tres cuartos de lo mismo sucedió en 1990 con ese PP que era y es el legítimo heredero de la UCD. Si los Arenas, Arias-Salgado, Mayor Oreja, Álvarez del Manzano y demás restos ucedistas que detestaban a Fraga hubieran ido cada uno por su lado tal vez Felipe González llevaría de presidente los casi 40 años que vaticinó Txiki Benegas cuando en la derecha aún mandaba Fraga. Aznar no dejó fuera a nadie a su izquierda ni tampoco a la derecha y, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, colocó los mimbres de un viaje al centro que le proporcionó 156 diputados en 1986 y 183 en 2000 llevando a cabo las mayores reformas en un país anquilosado y acostumbrado a vivir de papá Estado.

Por eso no entiendo que hayas dejado pasar esa oportunidad que expiró hace cinco días para sumar fuerzas y establecer una candidatura imbatible bajo el nombre España Suma o el que te hubiera dado la gana. Al fin y al cabo, la nomenclatura es en este caso lo de menos. Este sábado los pelos se me quedaron como escarpias cuando te escuché iniciar el viraje hacia ese sanchismo del que renegabas hace no tanto. Tanto como los cinco meses y medio que han transcurrido desde la última campaña electoral.

Viraje con matices, los obvios de la España constitucional, pero viraje al fin y al cabo. A lo mejor es que, al contemplar cómo van las encuestas, has preferido ser el segundo de a bordo en el centroizquierda que el lugarteniente de Pablo Casado. Tan cierto es que tú serías el mal menor si gana de nuevo Pedro Sánchez como que todos las coaliciones de gobierno PP-Ciudadanos están siendo un éxito rotundo en todos los lugares en los que impusisteis la lógica y ese sentido común que indica que lo que os une es setenta veces siete mayor que lo que os separa.

Entre tú y Casado sortearíais la crisis que se nos viene encima gracias a esas sanchadas de más gasto público y más impuestos 

No olvides tampoco que el 80%-85% de tu respaldo en las urnas procede de antiguos fieles del PP. Como aseguran tan frívola como malévolamente en Génova 13, es “voto prestado”. No tan prestado, apostillaría yo, porque han pasado ocho años desde aquel 20-N en el que la mayoría natural de este país no celebró la muerte de Franco sino los 10,8 millones de votos que le otorgaron a Mariano Rajoy la mayoría absoluta y el encargo de rescatarnos del infierno al que nos había trasladado el frívolo de José Luis Rodríguez Zapatero.

Entre susto o muerto yo siempre me quedo con el susto. Eso es lo que hubiera sido para ti una coalición electoral con el PP. Habrías tenido que conformarte con el número 2 de la lista por Madrid pero, a cambio, hubierais vencido holgadamente superando los 150 escaños y garantizandoos La Moncloa. Entre tú y Casado sortearíais la crisis que se nos viene encima gracias a esas sanchadas que en forma de más gasto público y más impuestos nos llevan directitos a una crisis mayor que la que nos legó ese Zapatero al que el actual presidente va camino de hacer bueno. Y las cuentas salen: si con 10,8 millones de votos Rajoy se metió en el petate 186 diputados, cómo vosotros no ibais a estar en mayoría absoluta si os presentaseis de la mano de un Santiago Abascal con el que compartes más cosas que con Pedro Sánchez. Y lo que no son cuentas, son cuentos.

Sea como fuere, tu egoísmo y tu por otra parte lógico tacticismo nos garantizan casi con toda seguridad cuatro años más de sanchismo. Tus calabazas a Pablo Casado, que desvelamos en exclusiva en OKDIARIO, fueron recibidas como una bendición del cielo en Ferraz. Y ahora vuelves a lanzar un balón de oxígeno a un presidente en horas bajas por culpa de ese errejonazo prefabricado en la factoría Redondo. Al menos conseguirás ser vicepresidente del Gobierno, menos da una piedra y muchísimo menos con 39 años. Pero los que pensamos como tú jamás entenderemos que prefieras pactar con el aprendiz de diablo que es Pedro Sánchez en lugar de con el barbado de nuevo cuño que debería ser tu socio natural. El dedo acusador te apuntará, con razón o sin ella, en el caso de que no logres meter en vereda a Sánchez y España se vaya por el desagüe de la historia y la economía. Avisado quedas. Un gran abrazo.

PD: y estate tranquilo con las encuestas. Si vuelves a sacar matrícula en los debates perderás menos, mucho menos de lo que te auguran. En eso eres un crack, el mejor, el número 1.

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