España debe huir de la comodidad

España debe huir de la comodidad

Durante los últimos años, el sector exterior español ha pisado con fuerza. Sin duda, la crisis económica supuso una oportunidad singular para que nuestras empresas se abrieran al mundo, como lo demuestra el vigor exportador de bines y mercancías. Si en 2007 España exportaba bienes por casi 185.000 millones de euros, en 2017 superaba los 283.000 millones de euros. Y el año 2018 se cerró con un récord histórico de nuestras exportaciones de mercancías: más de 290.000 millones de euros. Sin embargo, los 328.000 millones de importaciones de bienes, saldan negativamente nuestra balanza comercial.

Con todo, nuestras exportaciones en el último año han perdido parte de su ejemplar impulso. La desaceleración alemana y el temido efecto del Brexit inciden negativamente en nuestras ventas al extranjero. También, como reiteramos en otros trabajos, la desaceleración mundial y los conflictos arancelarios, nos castigan. El leve aumento de nuestras exportaciones, inferior al 3% en 2018, hace que el motor exterior deje de propulsar con vigor. Se resiente bastante nuestra industria de la automoción, no solo la automovilística sino la auxiliar y de componentes.

España. Importaciones y exportaciones.
España. Importaciones y exportaciones.

El llamado efecto mariposa comporta que si China se ralentiza y EEUU se pone terca en cuestiones de aranceles gravando las importaciones, Alemania exporte menos y nosotros vendamos menos a los germanos. A su vez, hay otros mercados que están un poco trémulos, por ejemplo, Turquía con la caída de su lira, las inestabilidades de otros confines y el bajo crecimiento de la Eurozona.

De hecho, nuestras exportaciones crecen por debajo de la media de la Europa del euro. ¿Está perdiendo competitividad España? ¿Es por culpa nuestra o debido a la ajetreada situación internacional y al parón europeo? Algo está claro: habrá que ir diversificando exportaciones hacia fuera de la zona euro, reduciendo la dependencia tan elevada que tenemos de Europa. Tal vez, tras los notables esfuerzos afrontados por nuestras empresas a raíz de la crisis de 2008 y a la vista de la contracción de nuestra demanda interna, con una caída drástica del consumo, se fijó la vista en las exportaciones. Como es lógico, el destino principal de nuestras ventas al exterior lo ha constituido y lo constituye Europa. Es posible que nos hayamos acostumbrado, por así decirlo, a una zona de confort.

Ahora, considerando la tendencia con algo de caída de nuestras exportaciones en el tramo final de 2018 junto con la desaceleración de la Eurozona, hacia donde va la mitad de nuestras ventas al exterior, así como los impactos de la posible salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), que constituye nuestro quinto cliente comercial, el objetivo de las exportaciones españolas es el de abrirse más al mundo, desconcentrando el riesgo de la comodidad europea y buscando nuevos mercados en Asia, cómo no, con una serie de países emergentes cuya tasas de crecimiento son muy prometedoras, asomando por África y, sobre todo, mirando hacia América Latina, un mercado excepcional y con grandes posibilidades cara al futuro, con varios países asentándose en términos económicos.

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