El ‘error’ Bendodo en plena campaña andaluza

El ‘error’ Bendodo en plena campaña andaluza

Al bueno de Álvaro Zancajo, bien conocido por estos lares, se las han puesto como a Fernando VII en su nuevo trabajo de dirigir la comunicación de Olona en la campaña autonómica andaluza. Yo diría que más que a aquel rey felón cuya corona se convirtió en una baratija que pasaba de mano en mano. Su gran enemigo, Elías Bendodo, el mismo que le nombró director de Informativos en la RTVA y le decapitó unos meses después, ha cometido uno de los errores políticos más subrayables de su vida: dibujar una España “plurinacional” muy parecida a lo que pretenden sus enemigos (los de España) y su permanencia como Estado donde todos son libres e iguales. Zancajo ha cogido la escopeta y busca cobrarse dos pájaros con el mismo perdigón: azuzar los instintos populares andaluces contra el malagueño y, de paso, ayudar a su señora. Lógico. Natural. De libro.

Bendodo, el gran comisionado del presidente Moreno Bonilla en el nuevo poder popular nacional, es una persona inteligente (en ocasiones muy brillante), amante de España al estilo Sefarad, es decir, profundamente, y con una visión constitucional y constitucionalista de la cuestión. Cometió un error grave (quien mucho habla mucho yerra) en un momento delicado, precisamente cuando su amigo y comandante en jefe, Moreno, se juega una mayoría en las urnas al objeto de poder gobernar en solitario. Sin pretenderlo, of course, Bendodo ha metido un manguerazo de votos a Vox que en estas situaciones se mueve como anguila en estanque.

Da lo mismo que Feijóo haya puesto los puntos sobre el desbarre; el mal está hecho. El adversario intenta sacar virtud de la necesidad, aunque es también un hecho cierto que si hay algún andaluz con derecho a voto que coja el rábano por las hojas debe tratarse de carne de cañón de esa legión de oportunistas mediáticos que confunde el tocino con la energía nuclear. Quizá el desliz del hombre de la diáspora pueda servirle a él y a otros conmilitones que levitan en cuanto se ven subidos en un transportín que, aquí, nadie es más que nadie y que de hombre a hombre, cero. Escribo lo anterior porque observo, sin estupor dada mi larga experiencia en contemplar la condición humana cuando chapotea entre cargos, carguillos o carguetes, que no han aprendido nada y que lo que por la mañana es una yerba perenne, al atardecer es un manojo de flores flácidas. ¿Acaso no recuerdan el reciente caso en esa casa de Casado&García Egea?
¡Parece mentira!

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