Todo empieza y acaba en Rey
Por ser un asunto 99% amoral, lo suavizaré vertiendo grandes dosis de animus iocandi, pues la ironía esquiva las demandas. Había pensado titular tal escándalo de sexo a granel: “La lagarta con tarifa y el Rey pasmado”, incluso como: “El fondo de reptiles nutre los orgasmos”, pero, al final, he preferido ajustarme al guión de aquella loca, maldita y voluptuosa conexión en paños menores, reuniendo a ambos actores en este: “Todo empieza y acaba en Rey”, que resume perfectamente lo acontecido entre semejante par de insensatos.
Los siempre crueles machistas arremeten contra Bárbara y la lapidan de modo inmisericorde por presentarse en palacio sin bragas, como si existiera la ley que prohibiera tal moda, desconociendo que dicha hembra desde su arrebatadora juventud, ha hecho lo que le ha pedido su cuerpo portentoso. Nacida para seducir, sedujo a un fantástico domador de tigres de Bengala como Ángel Cristo, a un mito erótico del porte de Alain Delon, sin menospreciar el martillo pilón de Franc Francés. La Rey ha disfrutado de todo aquel que sus incandescentes hormonas han querido, incluyendo a nuestro rey emérito.
Cuentan que el monte de Venus de la murciana no es menos bello que ella, siendo un mágico imán, un auténtico prodigio que atrae y regala placeres dignos de “Las mil y una noches”. Dicen que dañó la imagen de la Monarquía, cuando el que la expuso a deshonra fue su titular en continuas montas con su libido desbocada. Marta, Paloma, Corinna, la citada Bárbara, etc., etc., en fin, las alegres compis del emérito, en calidad de damas entretenedoras de las horas de ocio del monarca o como sanguijuelas en pos de lo que permitiese su fortuna, no han de ser culpadas por haberse beneficiado al rey.
Relataré una anécdota estelar que adorna la vida de esta Mata Hari de provincias, también ducha en esas danzas javanesas que dejan a los hombres con los tobillos tiritando. En 2007, en un espacio de crónica rosa salió Enrique Martí Maqueda hecho un basilisco contra Bárbara. El realizador, que trabajaba con la vedette en su programa Palmarés (TVE), la puso verde pues le obligó a posponer un día de grabación, alegando “que tenía que verse con un señor de Zaragoza que iba a pagarle 300.000 pesetas por una tarde de celo con ella”. Preguntado el realizador si estaba llamando puta a la actriz, repuso con una frase gloriosa: “Puta, puta, lo que se dice puta, no sé, pero que me dejó colgado con el equipo para irse con un tipo que le soltó 300 mil del ala, es tan cierto como que yo existo”. Moraleja: los cuerpos apoteósicos tienen un alto precio. Sobre todo para los que viven en palacio.
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