Draghi expande el dinero

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El BCE se ha reunido esta semana en la sesión prevista para adoptar decisiones sobre el nivel de tipo de interés. De momento, mantiene los tipos en el 0%, es decir, no entra todavía en la senda de los tipos negativos. Ahora bien, si en algún momento entra en dicha senda, será un camino inexplorado y peligroso, porque rompe todo elemento ortodoxo en los que se basa la economía.

No obstante, sí que ha anunciado medidas que van en esa dirección de seguir con una política monetaria heterodoxamente laxa:

      • Ha rebajado de -0,40% a -0,50% la facilidad marginal de depósito a los bancos. Es decir, lo que les aplica por el exceso de liquidez que tengan. Lo vuelve todavía más negativo para intentar que presten más en el mercado, que, adicionalmente, en diciembre puede bajar más, al -0,60%. Aunque el aumento del Tiering les mejore el exceso de liquidez en el corto plazo, en el medio y largo plazo es controvertido por las siguientes razones:
            • Es complicado que funcione, pues lo que empieza a haber es demanda solvente de crédito, con lo que por mucho que lo rebajen poco conseguirá.
            • Si los bancos relajan sus criterios de concesión crediticia para poder realizar más operaciones de préstamo o crédito, incrementarán su riesgo e incluso podrían incumplir la disciplina de requerimientos de capital.
      • Ha vuelto a lanzar un programa de compra masiva de deuda: 20.000 millones mensuales, por un período indeterminado.

Todo ello, con el compromiso de no subir los tipos mientras no se alcance el objetivo de inflación, basándose en el riesgo de recesión en Alemania, que, dado su peso, condiciona mucho las decisiones sobre política monetaria en la eurozona.

Dichas medidas se salen de la ortodoxia estricta y penalizan el ahorro y favorecen el endeudamiento, que puede llevarnos a lugares muy peligrosos, especialmente si la economía cae más y comienza a haber problemas para hacer frente la devolución de préstamos. Al haber llevado una política monetaria tan expansiva desde hace ya siete años, el BCE se ha quedado sin recorrido y nos va introduciendo en una senda desconocida, con peligros latentes. De hecho, la decisión no se ha adoptado por unanimidad, sino por mayoría, pues algunos consejeros, como Weidmann, se muestran críticos con la medida.

De nada sirve inundar el mercado de liquidez si no hay reformas estructurales paralelas, por el lado de la oferta. Es cierto que eso no es función de Draghi, pero tampoco parece sensato mantener una política monetaria tremendamente expansiva y mucho menos ahondar en ella.

Si finalmente se relajasen los objetivos de estabilidad, como ha dejado entrever la presidenta electa de la Comisión Europea, podríamos entrar en serios desajustes importantes, con consecuencias imprevistas en un futuro no muy lejano.

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