¿Dónde están las pateras?

¿Dónde están las pateras?

La crisis del coronavirus tiene copada toda nuestra atención que, es a su vez, resultado de la agenda que los medios proyectan sobre la opinión pública. En los informativos de radio y televisión se ha dejado de hablar de muchos aspectos que resultaban familiares para todos nosotros por su cotidianeidad y costumbre. Resulta lógico si tenemos en cuenta que solo en España las muertes de la pandemia suponen 25 veces el total de víctimas del 11-M o casi cuatro veces un 11-S. A ellas hay que sumar decenas de miles de españoles contagiados.

Sin embargo, conviene parar la atención en algunas de las creencias o clichés que habíamos dado por aceptado en nuestro imaginario colectivo y que a la vista de los acontecimientos del coronavirus resulta lícito preguntarse hasta qué punto no son producto de la manipulación de un grupo de individuos miserables que se ganan la vida a costa de engañar con falsas promesas a individuos necesitados y, por otro lado, buscan obtener rédito económico tranquilizando las conciencias de las sociedades desarrolladas.

Nos habían hecho creer que cientos de miles de personas huían de sus países en guerra, víctimas de persecuciones políticas o por cuestiones raciales, por convicciones religiosas, etc. Y seguro que mucha gente es víctima de toda clase de hostigamiento y sus derechos son vulnerados con la anuencia de su gobierno. Que yo sepa el coronavirus no ha terminado con ninguna guerra, no ha solucionado los conflictos internos en el África subsahariana y no ha paliado las persecuciones religiosas y políticas en las zonas más afectadas. Tampoco los movimientos migratorios son un fenómeno reciente. Por tanto, ¿dónde está toda esa gente? Lo que ocurre es que las mafias, organizaciones criminales, y algunas ONGs, que se aprovechan de la dejación de funciones por parte de los estados europeos, campan a sus anchas en la política migratoria de los países y alimentan los problemas donde no los hay o donde no los había, o peor aún, olvidando a familias e individuos que sí necesitan protección internacional.

Observen con atención la evolución de llegada de inmigrantes a España, Grecia e Italia en el último mes, momento en el que se encendieron las alarmas por la extensión del coronavirus por Europa. En España, la caída de inmigrantes ha sido de un 20% en lo que llevamos de año, es decir, han venido poco más de 5.300 personas.

Según los datos de Naciones Unidas, en la primera semana del estado de alarma en España la llegada de extranjeros por regularizar se redujo un 53% respecto a la semana anterior y un 45% respecto al mismo periodo del año 2019. Por supuesto, por tierra, la llegada fue nula. Otro ejemplo lo tenemos con Italia donde por estas fechas del año pasado había un gobierno con Matteo Salvini en el que la política migratoria era muy restrictiva. Pues bien, las cifras de los inmigrantes llegados a Italia en el último mes son mucho menores que las del año pasado con Salvini al frente del Ministerio del Interior. En Grecia, país cuyas islas del mar Egeo están muy próximas a Turquía, ha visto también reducir drásticamente en el último mes la llegada de cualquier embarcación con inmigrantes.

Habrá quien crea que, con el cierre de fronteras, los inmigrantes no pueden llegar y solicitar asilo en España, lo cual no es cierto. Lo que habrá que pensar es que en este escenario de confinamiento generalizado, muchos inmigrantes han decidido quedarse en África y probar suerte en otro continente o esperar acontecimientos. O también podrán pensar que, después de que España solicitara esta semana ayuda humanitaria a la OTAN, un gobierno que no ofrece garantías de protección a su ciudadanía deja automáticamente de ser un destino interesante para iniciar un proyecto de reconstrucción de vidas.

Lo último en Opinión

Últimas noticias