Doble acierto del Supremo
Pablo Llarena no se ha dejado llevar por las presiones. Una garantía para todos los ciudadanos, ya que han podido comprobar que en España quien la hace, la paga. Esa certeza implacable del Estado de Derecho es justamente la que hace fuerte un país. Los cabecillas del golpe de Estado seguirán en prisión de manera incondicional. Algo tan grave no podía salir gratis. Llarena no se ha dejado doblegar y en su caso es más loable si cabe porque pasó en Cataluña 19 de los 28 años que lleva en la judicatura. El magistrado ha constatado que el riesgo de reiteración delictiva es elevado y que las aportaciones de Junqueras, Forn y ‘los Jordis’ durante los últimos meses supusieron «una explosión violenta» a nivel ciudadano.
Por lo tanto, un riesgo para la mayoría constitucionalista que habita en Cataluña y que ya constató la Guardia Civil en sus informes. Junqueras era el jefe de todo lo que sucedía en las calles y responsable último de la inacción de los Mossos, algo para lo que tuvo como colaborador al que fuera consejero de Interior Joaquim Forn, un «talibán» del independentismo. Por no hablar de los presidentes de ANC y Òmnium, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, que hicieron de las calles un campo de batalla contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado así como contra las instituciones estatales. Uno de los muchos ejemplos del odio y la virulencia que han provocado estos individuos lo podemos encontrar en un vecino de Balsareny (Barcelona) al que casi le queman la casa por tener colgada de su balcón una bandera de España. Como este caso, miles.
Bajo los designios del huido Puigdemont y de Junqueras, Forn, Sánchez y Cuixart, Cataluña se había convertido en una cárcel para los ciudadanos que sí respetan la legalidad vigente. Por eso la decisión que ha tomado este lunes el Tribunal Supremo es un doble acierto: mantiene entre rejas a los culpables del peor episodio político y social desde el 23-F y, además, libera a las figuras que hacían de mera comparsa: Raül Romeva, Carles Mundó, Dolors Bassa, Maritxell Borrás, Josep Rull y Jordi Turull. De tal manera, desconecta también el tan manido como falso argumento del «Estado opresor». Sólo falta que el próximo día 21 de diciembre la mayoría constitucionalista responda en las urnas. Así los golpistas estarán más cerca de convertirse en una desagradable pesadilla del pasado.