Desierto disfrazado de océano

Desierto disfrazado de océano

Salí del desierto de Atacama con los deberes bien hechos. Reto superado, 280 kilómetros en siete inolvidables días. Este 3 de octubre, a por el cuarto reto. Nadar 20 kilómetros en las aguas frías y místicas del Triángulo de las Bermudas. Todavía retumba en mi alma el silencio embriagador del desierto. Su luz. Su aire y la solemnidad con la que el tiempo se para y se detiene. Desierto de Atacama, no te digo adiós. Siempre es un hasta luego. Te has portado muy bien conmigo. Tu luna. Tu luz. Incluso tu frío y tu calor me hizo darme cuenta de que eras diferente.

Nunca pisé la Luna ni Marte hasta llegar a ti, Atacama. Nunca corrí entre cactus, arena y llamas mirándome cuando todavía tenía los pies mojados por haber estado 15 kilómetros antes corriendo entre flamencos. Eres diferente. Eres especial. Eres de otro mundo. Un desierto árido con vida, incluso en el Valle de la Muerte. Desde el aeropuerto camino del Triángulo de las Bermudas y mi próximo reto para seguir buscando fondos para las becas deportivas de @fundacionaladina te mando un beso y un fuerte abrazo. Sé que volveré a verte.

Sé que tú no cambiaras mucho, espero que cuando te mire otra vez a los ojos y vuelva a correr por tus lomos rojos y secos te acuerdes de aquel loco que un día recorrió tus calles pérdidas, tus esquinas redondas durante siete largos días y sus frías noches. Yo, prometo no olvidarte nunca. Te llevo tatuado en mi brazo, en mi mente y en mi alma. La leyenda abrumadora de cientos de aviones y miles de barcos tragados en las aguas imposibles del Triángulo de las Bermudas me hace pensar que sólo un loco se aventura a descubrir los límites del límite.

A querer llegar al horizonte. A tocar los sueños con los dedos. ¿Hay algo mejor en la vida que ayudar? Desde mi ventana, sobrevolando tu espacio aéreo camino de otra inmensidad, pero en este caso disfrazada de océano, de agua y sal, casi te puedo ver, oler, tocar. Cierro los ojos y te siento… Al fin y al cabo, antes de ser desierto fuiste mar, por lo que te pido, Atacama disfrazado de océano, cuídame otra vez como lo has hecho entre las dunas rojas, ahora entre corales verdes.

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