Candilazos

Del odio de Elizo y la censura en el Congreso

Del odio de Elizo y la censura en el Congreso
Segundo Sanz

En dieciséis años —casi diez de ellos en el Congreso de los Diputados— cubriendo información política a nivel local y nacional nunca antes me habían mirado con tanto odio como lo hizo el pasado miércoles la diputada de Podemos y vicepresidenta primera de la Cámara baja, Gloria Elizo. Tras la Mesa que me retiró la acreditación por el hecho de publicar las imágenes de los despachazos de Pablo Iglesias (triple) e Irene Montero (doble) a las que había accedido OKDIARIO, pregunté a la picapleitos morada —ella, por cierto, intervino en el procedimiento contra mí— por el sentido de las deliberaciones dentro de la sala. Allí, a la salida, delante de más compañeros. Y su respuesta fue la nada, la mala educación y la sinvergonzonería. Hay testigos.

Tras hacerle la pregunta, habilitado con mi acreditación (la sanción arrancó al día siguiente), su asesora de prensa Ángela Cartagena me señaló como si fuese ya el culpable de un crimen («¡Es ése!», «¡Es ése!», «¡Es ése!») para que no me contestase. Y entonces repregunté obteniendo el mismo silencio e idéntica aversión. Todavía no se había hecho efectiva la censura, y ya me estaban aplicando la mordaza, impidiéndome que ejerciera mi trabajo. Porque ése es el objetivo que buscaban y buscan los dirigentes de Podemos, minar las fuerzas de quienes ejercen libremente el periodismo que más les retrata, es decir, de quienes realizan una apuesta decidida por la libertad de información.

Si Unidas Podemos ha perdido casi millón y medio de votos y 29 diputados y ha pasado de tercera fuerza a cuarta (y pese a ello quieren sentarse en el Consejo de Ministros) ha sido en buena medida porque OKDIARIO destapó que su discurso anticasta es tan incoherente como los 268 metros cuadrados del casoplón de los líderes de Podemos en una parcela de 2.000 de la sierra madrileña. O como los casi 50 metros cuadrados (todo un loft) que suman los contiguos despachos de Iglesias (triple) y Montero (doble) en el Congreso de los Diputados.

OKDIARIO venía realizando a ambos en la Cámara baja las preguntas más incómodas. Por ejemplo, ¿qué hacía el tesorero de Podemos en la firma de la compraventa de su casoplón? Montero se negó a explicarlo mientras que Iglesias utilizó la coartada de que era su “amigo”. OKDIARIO también fue el primero en informar de cómo la baja de paternidad del líder de Podemos tenía trampa y cartón, jugando con el voto telemático en función de si había o no adelanto electoral. Y OKDIARIO también ha sido el medio que más ha denunciado el pluriempleo de Pablo Iglesias, cobrando como diputado y como presentador de la televisión iraní HispanTV, amiga de la dictadura venezolana de Maduro. Un privilegio que incluso el PSOE ha tenido intención de revertir.

Podemos presentó la denuncia contra mí por presunta grabación y posterior publicación, el instructor del procedimiento, el jefe del prensa del Congreso, Jesús Serrano, señaló que acceder al pasillo de Podemos para contrastar la información —algo que no está prohibido a los redactores en ninguna normativa— era el objeto sancionable conforme a una Instrucción para reporteros gráficos, y el secretario general del Congreso, Carlos Gutiérrez Vicén, remató la maniobra diciendo que era el «uso» de las imágenes para la redacción de la noticia lo que obligaba a retirar la acreditación durante un año. Esta propuesta del secretario fue la que acordó la Mesa y firmó la presidenta Batet. Una mutación tan sorprendente como ilegal.

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