PRIMERA LÍNEA

Cumbre de la OTAN en Palma, un suponer

Cumbre de la OTAN en Palma, un suponer
Cumbre de la OTAN en Palma, un suponer

Bill Clinton cuando era The President of the United States Of America hizo un viaje oficial a España y justo el fin de semana antes el rey Juan Carlos I le invitó a pasarlo en Mallorca, Palma para más señas. Clinton venía para asistir a una cumbre de la OTAN en Madrid a inicios de julio de 1997, o sea, tres años antes del último atentado de ETA en suelo español, en Palmanova para ser precisos.

Con motivo de su visita, el dispositivo fue espectacular en el despliegue de medidas de seguridad, contratando los servicios secretos de EEUU dos plantas del Hotel Palas Atenea mientras en la bahía fondeaba un crucero de la US Navy especializado en comunicaciones de última generación.

Al residir Clinton en el Palacio de la Almudaina, se suspendieron en el Parc de la Mar las proyecciones de Cinema a la Fresca por razones de seguridad y la primera jornada de asueto presidencial el rey le cogió del brazo y se lo llevó a pasear por la plaza de Cort e inmediaciones. Delirio popular, fiesta y la paz en nombre del Señor (soy católico no practicante, pero reivindico la mayúscula). El paseo resultó tan placentero como ocurriera con Merkel y Rajoy en fechas posteriores y en el mismo lugar. Bill Clinton, llegada la noche, ordenó parar la limusina frente al Café Cappuccino del Marítimo para tomarse un descanso improvisado, con la anécdota del saxo ofrecido por un camarero que seguro su hija Chelsea recordará con amor.

Ha pasado un cuarto de siglo desde entonces y la OTAN apostaba de nuevo por la celebración de su cumbre en España, aunque ya saben a fecha de hoy que no es fiable su Gobierno Frankenstein, después del delirio de cambiar a la que era máxima responsable del CNI, bajándose los pantalones ante las exigencias de los separatistas catalanes, espiados igualmente por la CIA.

Bill Clinton ya no está, Juan Carlos I tampoco -técnicamente exiliado en Abu Dabi- y sí está Joe Biden, que no traga con Sánchez, y como invitado no deseado la invasión rusa de Ucrania, que además cuenta con la simpatía no disimulada de una parte de este Gobierno Frankenstein. Yo de la OTAN me lo pensaría dos veces y a ser posible me marcharía a la carrera en busca de un lugar más reconocible como aliado. Aunque para no desairar al socio español puede que Biden se acuerde de lo pipa que se lo pasó Clinton en la isla, tal vez hablaron de ello en la Casa Blanca, y mueva los hilos para que la cumbre no se celebre en Madrid, donde hay mucho hooligan monclovita, y se traslade a la capital balear, que allí están la Almudaina, la plaza de Cort, el Palas Atenea y el Castillo de Bellver, lo primero que visitó Clinton nada más pisar la isla. Además, el crucero de la US Navy se encargaría de dar sopas con hondas al Pegasus mal embridado por tantos pelotas de Sánchez.

En un mundo supuestamente cuerdo, con una guerra impropia en el mismo corazón de Europa y vista la actitud descorazonadora de España, no parece que seamos fiables teniendo a Podemos, Bildu, ERC y demás coleópteros pasteleando a las mismas puertas de Moncloa. Aunque ya puestos, el barco de la Navy sería el antídoto perfecto a los hackers que ronronean bajo el paraguas del Kremlin, con Carles Puigdemont como el gran Payasus y en Valtonic la credencial de bufón de cámara.

Que Palma fuera sede de la cumbre, ahora que los socios de Armengol han pillado su poderío de no investigar a menores tuteladas y prostituidas, la oposición frontal a investigar al equipo de Yllanes por corrupción más que flagrante, además de exigir desclasificar los documentos del 23F y los GAL, sin olvidar su persistente alineamiento con Putin, para los expertos OTAN no dejaría de ser anecdótico e intrascendente, con un crucero de la US Navy de comunicaciones y contraespionaje fondeado en la bahía y subiendo a bordo agentes del CNI por expresa indicación de la CIA -que allí sí les respetan- y los propensos a marearse pues a las plantas alquiladas del Palas Atenea.

El doctor cum fraude Sánchez tendría su cumbre y Armengol agobiada por los socios del Pacte negándose otra vez a ceder edificios oficiales, dolenta anfitriona en definitiva, y los líderes de Occidente a buscarse la vida.

La delegación española podría instalarse en la Estación Intermodal, de paso entretenida en poner seguridad efectiva para acabar con tanta mugre, y las demás delegaciones contratando embarcaciones en el Club de Mar, en Port Adriano, tal vez el Real Club Náutico con abundantes zodiacs puestas a su disposición; un trasiego de intercambio de barcos y de opiniones a salvo de un espionaje al más cutre estilo Frankenstein. Podemos y Més quedarían a merced de su felicidad ante las molestias provocadas y Armengol extasiada de sí misma otra vez. La delegación española, tal vez, de tardeo por Santa Catalina y de paso poniendo orden en un barrio olvidado por el alcalde José Hila.

Regresada a la Intermodal, la delegación española estaría pendiente de una exhibición políticamente correcta del lenguaje inclusivo, sororidad y otras gilipolleces por el estilo. En la bahía, mientras tanto, las zodiacs jugando a ser emisarios de mensajes intercambiados entre delegaciones mientras la nuestra en plan kumbayá, lo único que sabe hacer la izquierda gangrena.

Así pues, en la bahía, bajo el paraguas de la US Navy, las delegaciones más fiables hablando de Finlandia, Suecia, Ucrania y de las estrategias a seguir en un mundo en exceso complejo y por eso mismo pendiente de los acontecimientos inminentes. Que para irse a Can Joan de S’Aigo y pedir chocolate con ensaimadas y cuartos ya estarán los españoles dejando ahora sí desamparada la Estación Intermodal. La OTAN, feliz de un finde en la isla y Moncloa, preparando comunicados triunfantes y sin enterarse de nada.

¿La foto de familia? Pues como aquella con Sánchez en un rincón, sólo que esta vez cogidito de la mano de Francina Armengol, otra que tal.

Lo último en Opinión

Últimas noticias