Cuando un golpe se convierte en revolución
Estamos viviendo con ansiedad lo que sucede en una de las “habitaciones” de nuestra casa, en la que escuchamos gritos, oímos golpes, sentimos la violencia y no acabamos de comprender ni los motivos, ni las causas, ni los objetivos últimos de todo ello. No se trata de una “guerra” entre distintos, sino una disputa entre los propios; no es una falta de comprensión de españoles frente a catalanes, sino una trifulca entre catalanes en la que una mitad está en contra de la otra mitad, intentando imponer unos criterios de independencia y lucro. El independentismo no es una burda y cateta forma de intentar ocultar, por medio de los sentimientos, la sistémica depredación económica de unas familias.
De otra parte, ¿de verdad pensamos que en lugar del CNI tenemos a la TIA de Mortadelo? ¿Acaso podemos pensar que Carlitos se escapó y la TIA no lo pudo evitar, que se le detiene ahora por casualidad o porque Mafalda tuvo una ocurrencia? Lo siento, pero no creo en las casualidades, como no creo en la incapacidad de todo un Gobierno para desmontar un golpe como el que se está produciendo sin mover un dedo, dejando la resolución en manos de un juez y los fiscales. No me lo puedo creer. ¿Te imaginas que a Tejero le hubieran tenido en las Cortes durante meses?, ¿que se hubiese permitido su huida o que tras detenerlo en otro país se clamase por su liberación y la falta de democracia de España por “trincarlo”? ¿Cuál es el motivo por el que todo esto se permite y se asume por sesudos personajes que, incluso, gastan nuestro dinero, el suyo ni de coña, en mantener esta situación? ¿Cómo podemos pensar que se está financiando el alzamiento con fondos del Estado y todos nuestros representantes se encuentren mirando para otro lado?
Cuando un golpe se convierte en revolución se puede afirmar que, por parte de los golpistas, se ha conseguido el propósito, pues el golpeado no actúa, se acongoja por la fuerza de la movilización social que suele llevar aparejado y se deja vencer. Cada vez que negamos o dudamos de la insurrección contra la constitución del independentismo catalán y dilatamos la acción contra ellos, limitando la actuación a la que pueda desarrollar la justicia, les damos vida y oxígeno, los hacemos más mártires que cuando carga la Policía contra una muchedumbre exacerbada. Sucede igual que cuando en el pasado no se luchó contra el fascismo o se interpretó que eran buenos muchachos con ideas equivocadas y el resultado que se tuvo es sobradamente conocido. Pues bien, eso mismo está pasando hoy con los delincuentes catalanes.
El golpe no es contra ESPAÑA, que también, sino contra los propios catalanes que no opinan lo que ellos quieren y como ellos quieren, que no encubren su latrocinio y su 3%, sometiendo a más de la mitad de catalanes con amenazas y presiones que les acallan, por lo que actuar con la fuerza de la Ley está muy bien, es necesario, el Estado de Derecho gusta de ello, pero antes, con fuerza, sin miedo, con solvencia, se detiene a los facinerosos y, finalmente, se toman medidas políticas; es decir, actúa el ejecutivo, con la fuerza si es preciso, detienen el alzamiento contra la nación y la Constitución, se pone a disposición de la justicia al delincuente y, con posterioridad, implementa medidas políticas. ¿A quién beneficia pedir medidas políticas, no actuar para restituir el orden constitucional y dejar sólo al juez? Pues eso, amigo, miremos por ahí.