La corrupción penetra en las oposiciones
Pedro Sánchez presumió no hace muchas semanas que lo suyo se trataba de un «Gobierno limpio» cuando nadie le había preguntado nada. Se le podía aplicar la vieja máxima «Excusatio non petita, acusatio manifiesta».
No hay día que no salte alguna información relativa al aprovechamiento personal del poder político por parte de algún ministro, alto cargo, ex presidenta de Adif, marido o mujer de alguna ministra o ministro… Ya sólo falta que aparezca un Roldán con la cara de Koldo García o una directora general con el rostro de Begoña Gómez, la intelectual o un dirigente de UGT con jeta de ERE andaluz.
Cuando la corrupción llega a las oposiciones para ser guardia civil o redactor(a) en Radio Televisión Española (RTVE) la conclusión tiene ribetes más serios. En el caso de RTVE la filtración del examen para acceder a su insostenible plantilla adjunta corolarios con tintes mafiosos de tal modo que la persona que tuvo el coraje de destapar el escándalo teme por su vida y por su deambular por aquella semipodrida casa que cuesta cada año un riñón y parte del otro al contribuyente.
Los que hemos pasado algún tiempo por el «ente podrido» (como acaba de escribir Román Cendoya) sabemos con claridad cómo baja el agua por aquellos puentes. Es un predio exclusivo de un grupito de sectarios que jamás hicieron nada destacable y en la esfera privada no hubieran pasado de meros ganapanes adjuntos. A unos les dio por afiliarse a un partido de izquierdas y a otros por hacerlo en un sindicato también de izquierdas, of course. Objetivo: garantizar el condumio. Punto.
A partir de ahí, cuantos más familiares, amiguetes y coleguillas con carnet rojo tengamos alrededor y bajo la protección del contribuyente y de por vida, mejor que peor.
Hasta la fecha, que sepamos, sólo han dimitido los miembros del tribunal. Y mucho me malicio que la cosa no iba por ahí…
¡Patético! ¡Vergonzoso! ¡Intolerable!
Corrupción. Claro que si el jefe Sánchez está rodeado en su casa por el detritus…