Contra Ayuso: ensayo general con todo

Ayuso
Contra Ayuso: ensayo general con todo

Han encontrado hasta una figurante en forma de chica lista que parece arrancada del perfil de una yonqui de los ochenta o noventa. El escenario no le es ajeno: desde hace tiempo, años, dos facultades de la entrañable Complu parecen, más que recintos universitarios, guetos de droga a granel. En Ciencias de la Información y Políticas se desempeñan sujetos que, como Monedero o Iglesias, exportan la revolución para los demás mientras ellos se forran el lomo engañando a la burguesía más imbécil, una tropa cuya reacción primera es el gran miedo, no vaya a ser que estos malhechores de la política vayan en serio y, a nada que se les deje, monten un gulag en la Universitaria. En este ambiente, con este caldo de cultivo, se preparó con calma, detenimiento, hasta con esmero, la agresión a Isabel Díaz Ayuso. «Nada fue improvisado», le confesó un profesor, que parecía una penene de los antiguos, a un despistado plumilla enviado por su medio a contemplar la ejecución de la presidenta madrileña. Los organizadores de sarao han logrado (por eso están contentos) que la tribu de bienintencionados que puebla nuestra sociedad más narcotizada reproche a la dirección de la Facultad no ya la concesión del título de «ilustre» a Ayuso y algunos colegas más, sino que la realización práctica del acto se haya celebrado ahora. “Con la que está cayendo”, afirman los bobos del haba que hubieran preferido que la presidenta de Madrid se hubiera quedado en la Puerta del Sol.

Ignoran -o si lo saben desdeñan el dato- que este título que reconoce sólo la presencia ilustre en la sociedad, se lo ofrecieron a Ayuso hace ya dos años y hasta ahora no se había encontrado el día conveniente para colocárselo en la solapa. Es curioso: lo que sabe el cronista es que la interesada conoció el día y la hora al mismo tiempo que una célula de mangantes ultraizquierdistas de la facultad universitaria. Parece que el decano no tuvo demasiado cuidado en revestir de celo su propia decisión.

Estaban los barreneros al pairo de los detalles y ello dio tiempo a todos los perroflautas del país (allí se concentraron sujetos de varios pelajes) a organizar la más formidable campaña de acoso y derribo que se haya articulado nunca en un recinto universitario. Es cierto que antaño Felipe González, a la sazón presidente del Gobierno, logró concitar sobre su persona una regular repulsa, pero nada como la que tuvo que soportar Ayuso este pasado martes. En aquel momento, si es que existían las perniciosas redes de los batman patibularios, eran sólo un avance de lo que ahora encierran. Las redes esta vez llamaron a rebato a sus fieles a una concentración contra la «fascista Ayuso» y los medios que controlan los mencionados Iglesias y Monedero expandieron la especie por todo los recintos propios y asociados. Todavía esos bodoques a los que nos hemos referido han colocado, tras el brutal escrache, la etiqueta de «espontaneidad» a lo ocurrido en Periodismo. Pero, como diría un aldeano listo: “¿Estamos tontos o qué?”. ¿A quién se le ocurre pensar que los dirigentes de la Facultad habían encargado a su número uno, la chica marginal, la declamación del acto?

No; aquello fue un ensayo general con todo. Tanto es así que hasta el pobre Juan Lobato, secretario general de los socialistas madrileños que hasta el momento había acreditado una cierta sensatez, tenía preparada la respuesta. O sea, la víctima era la culpable. Puede que sea tan joven, tan inexperto y tambien tan limitadido Lobato que no tuviera en cuenta que su réplica: «Ayuso ha venido a provocar» es clónica, una copia de la que expresaba el círculo de plomo que protegía a los asesinos etarras cada vez que algún valiente, tipo Miguel Ángel Blanco, tipo Gregorio Ordóñez se atrevía a predicar la buena nueva de la libertad en el País Vasco o Navarra. Contaré un sucedido, una experiencia personal tremenda que aún me acompaña: una noche de junio de comienzos del ochenta, este cronista cenaba en Getaria, el Restaurante Elkano, el templo del rodaballo, con un diputado regional de UCD. Venía el hombre de ser asediado en el centro universitario en el que, a trancas y barrancas, se empeñaba a diario en impartir unas clases que a nadie, la verdad, parecían interesar. Bien: como saludo a los demás comensales, dijo festivamente: «Acercadme un vaso de vino a ver si así paso el trago». El «trago» era que dos horas antes le habían amenazado los abertzales más radicales llamándole fascista, obsequiándole además, con un imperativo: kampora (fuera). Mi amigo se negaba a tener miedo, ni siquiera llevaba escolta.

Eso ocurría a las diez de la noche de un martes, siete horas después, tres asesinos le volaban la cabeza en la escalera de su propio domicilio. Efectivamente, kampora; le habían echado al otro mundo. ¿Su pecado? Ser un provocador, un héroe dispuesto, por ejemplo, a defender la unidad de España tras las montañas rocosas, en la naciente Euskadi. Este recuerdo me viene atosigando -perdón como siempre por la cita personal- en estas horas tras este escrache a Ayuso que no terminó en tragedia porque la Policía pudo impedirlo. Ayuso es una provocadora, dice lo que piensa y aglutina tras de sí a una enorme porción de la madrileñería harta del dominio mafioso de la izquierda.

Lo que ha sufrido ella esta semana no es más que el ensayo general con todo de lo que le espera hasta las elecciones de mayo y probablemente después. “Vamos a por todas” declaró solemne el felón Sánchez tras su hecatombe en Andalucía y a fe que lo está cumpliendo. Aún hay gentes que se creen que se va a conformar con sisarnos nuestros dineros mediante una Hacienda claramente confiscatoria, y así hacer de Robledo Robledo, y comprar los votos de la concurrencia electoral. Esas son boberías o ¿es que alguien cree a estas alturas que el CIS del desvergonzado Tezanos o el Indra directamente de Sánchez son inocentes? ¡Ca! Están preparados para impedir, si les dejamos, que el traidor abandone el poder. Él, desde su gabinete de maldades en el que actúa el monaguillo-cenizo  Bolaños, ha articulado un plan que incluye de todo. Y todo es todo. «¿Qué?» se preguntarán ustedes, pues la humilde respuesta del cronista es ésta: «Yo qué sé: mi cerebro no da para prevenir los horrores que se cuecen en los suyos». Ayuso no ha sido más que la protagonista del ensayo general con todo, el embrión, de lo que vamos a padecer. Ella, Ayuso, en primer lugar mientras Sánchez no sea desalojado del poder que robó en una moción de censura mentirosa.

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