AZUL Y ROSA | MI SEMANA EN OKDIARIO

El contestador tuvo la culpa

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  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

Una mañana cualquiera de finales de la primavera de 1978, me dirigí a mi despacho de la revista Hola, en la madrileña calle de Miguel Ángel. Y, como siempre, descolgué el teléfono para ver los mensajes que había recibido. Cuán no sería mi sorpresa cuando oigo en el contestador una voz anónima femenina que me hace saber las presuntas infidelidades de la mujer de mi amigo Julio Iglesias con nada más y nada menos que el marqués de Griñón.

Me quedé estupefacto. Inmediatamente, llamé a Isabel para decirle que alguien le intentaba hacer daño, mucho daño. Pasó menos de una hora cuando se personó en mi despacho Isabel con su amiga Mari Carmen Martínez Bordiú. El tema era muy serio, muy preocupante. Tanto para Julio, mi amigo, como para ella, a quien también consideraba mi amiga. Ambas estuvieron intentando averiguar de quién era aquella voz traicionera.

Isabel estaba nerviosa, muy nerviosa, con miedo, con mucho miedo. Me pidió que le dejara la cinta y que me la devolvería. Se la di sin problemas y no había transcurrido más de otra hora cuando se presentó de nuevo, pero esta vez ella sola. Intentó defenderse atacando a Julio y a sus numerosas infidelidades, hablando del hartazgo de su vida y de todo lo que había pasado en sus años de matrimonio. Sabía que el hecho de que yo, muy amigo de Julio, además de periodista, le podía complicar mucho las cosas y, sobre todo, romper su imagen de buena esposa, que lo fue, buena madre, que también lo era, e incondicional y fiel compañera del cantante que, por aquella «maldita e indiscreta» grabación, había dejado de serlo.

Julio llegaba aquella noche de Buenos Aires y sabía que horas antes o después éste se enteraría. Pero Isabel, conocedora de la última aventura de Julio que había llegado a trascender en la prensa americana, quiso atacar primero por aquello de que quien ataca el primero… Y así fue. Llegó al aeropuerto y, cuando el gran Alfredo Fraile y Julio pisaban suelo madrileño, ella se adelantó pidiendo a Alfredo les dejara solos. En ningún momento iba a permitir que fuera él quien le reprochara a ella tal infidelidad, ¡de ninguna de las maneras! Y así fue. Lo que se dijeron, lo que hablaron, los reproches de ella hacia él (Julio todavía no se había enterado del love story de su esposa) terminó, fechas después, también en mi despacho de Miguel Ángel 1, donde me entregaron, el 22 de julio de 1978, una cuartilla con, exactamente, 10 líneas mecanografiadas, en la que comunicaban la decisión de separarse, firmada por ambos. Y así fue, a grandes rasgos, el final de aquel matrimonio y el principio del que sería su segundo marido tiempo después, que tampoco duraría muchos años, pero esa es otra historia que no viene al caso en estos momentos. Mi amistad continuó con Julio y, quizá injustamente, terminé con la de Isabel que, años después, volveríamos a retomar como si nada hubiera pasado.

El día que yo hice llorar a Isabel

Tras el éxito de las primeras memorias de Isabel Preysler, publicadas en Hola, el entonces director, Eduardo Sánchez Junco, le ofreció la oportunidad de convertirse en reportera realizando entrevistas a personajes famosos, actores, actrices, políticos, escritores a… millón de pesetas de la época la entrevista, que era un pastón.

Isabel se enfadaba cuando nadie creía que tuviera capacidad y formación para ello sin necesidad de un colaborador, de un negro que le ayudara.

«Lo hacía yo sola, aunque no sabes lo que me costaba preparar las entrevistas. Me estudiaba el personaje para intentar hacer lo mejor posible», declararía.

Por el magnetofón de la entonces marquesa de Griñón pasaron varios famosos actores, pero la primera gran entrevista fue con… Julio Iglesias. Por un motivo muy especial de Eduardo Sánchez: vengarse de mi marcha para dirigir La Revista, del grupo Zeta, de Antonio Asensio, como competencia directa a la publicación en la que yo había trabajado durante veinte años hasta convertirla en la revista de Jaime Peñafiel. Algo que le dolía y humillaba.

 Y nada mejor que publicar el mismo día que yo salía dirigiendo la nueva publicación un scoop con el que no pudiera competir: Isabel entrevista a Julio Iglesias.

Para que no se filtrara la noticia, se tomaron todas las medidas de seguridad con el fin de que nadie y menos yo, lo supiera. Aunque la entrevista la hizo Isabel no en la mansión de Julio en Indian Creek, en Miami, sino en la casa de su hermano Carlos Iglesias, próxima a la del cantante. Para completar la información que, por el mismo Julio, yo tenía (no olvidemos que hacía solo unos meses había sido el padrino de mi boda en Miami y celebrada en su propia casa), me prometió tenerme informado del scoop de la reportera Isabel.

Además, yo recurrí a un sistema casi delictivo: el espionaje industrial a través de un empleado de la imprenta donde se imprimía Hola, facilitándome el texto de la entrevista que había realizado Isabel. Por si no tuviera ya bastante información, la famosa Regine, amiga de Julio y también mía, me hacía llegar las fotos de la entrevista-reportaje de la Preysler a Julio, fotografías realizadas por un fotógrafo francés amigo suyo.

Para recoger la trágica muerte de Paquirri y su entierro, Hola retrasó la salida, circunstancia que yo aproveché para anticiparme publicando en la nueva La Revista que yo dirigía, la gran exclusiva de Isabel Preysler que había robado a Hola. Cuando Isabel la vio publicada, rompió a llorar desconsoladamente, según me contaron testigos de mi antigua revista. ¡Había puesto tanta ilusión en su primer trabajo como entrevistadora y además… con Julio Iglesias!

Durante años no me lo perdonó. Con toda razón. Tampoco Eduardo Sánchez Junco, que pudo haberme llevado a los tribunales por aquella actitud cuasi delictiva. Años después y antes de fallecer, el 14 de julio de 2010, tuvo el gesto generoso, que siempre le agradeceré, de buscar la reconciliación por medio de José Bono, entonces ministro de Defensa y amigo común. En el despacho del ministro y luego en el comedor privado del ministerio nos dimos un emocionado y prolongado abrazo, bendecido por Bono. Esta es la impresentable historia que iba sobre todo contra Isabel y no contra Hola. Una mujer y una publicación que yo amo tanto. Siempre me avergonzaré.

Chsss…

Aunque no lo crean, el admirado José Luis Garci no tiene ni ordenador ni internet, ni móvil, ni coche ni redes sociales. «Es bueno para la salud».

 Muy bueno lo tuyo, compañero Chapu Apaolaza, calificando, con toda razón, de «gorila» al impresentable ministro.

El ganador del premio de la empresa con la que colabora lo celebra insultando a sus lectores al calificarles de «algoritmos».

Que tu marido sea «el Da Vinci del siglo XXI», es pasarse, querida.

El Papa ha nombrado arzobispo de Viena a un obispo partidario del celibato voluntario para los sacerdotes y del diaconado femenino.

La viuda del empresario despeñado, que no es la madre del hijo bajo sospecha, afirma que la muerte de su marido no fue accidental.

El hermano del rey ha decidido renunciar a todos sus títulos, incluido el de príncipe, por «el desgaste reputacional acumulado».

Desvelar a estas alturas que la primera y gran dama británica tuvo dos amantes durante los 52 años de matrimonio no es muy elegante.

¡Ay! Si contáramos las infidelidades de personajes españoles, incluidos los de la realeza, alucinaríais.

«No es fácil, pero tú eres fuerte y valiente», le dijo mamá a la hija ese día en el que su famoso padre ingresaba en prisión y ella cumplía 14 años. Una lección de entereza ante la situación que estaban viviendo.

El famoso matrimonio ha reconocido que cría a sus hijos con «budismo (?) y mucha paciencia».

Anuncia estar escribiendo un libro sobre los hombres de su vida. Ya tiene hasta el título. Me imagino que se tratará de un libro un tanto extenso.

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