Un compromiso de fidelidad y lealtad con la Nación española
En esta España a la que el socialcomunismo pretende borrarle sus valores constitucionales, el acto de jura de bandera de la Princesa de Asturias, heredera de la Corona, tiene un valor que trasciende en mucho lo castrense -siendo esto importante- al simbolizar el compromiso de la futura Reina con su patria. Y no es una cuestión menor, porque la jura de la bandera de la princesa Leonor es la expresión de su fidelidad y lealtad a la Nación -con mayúsculas- a través de su mayor símbolo: la enseña española. Más allá del formalismo del acto, su valor está, pues, en lo que representa y en el sentido último que adquiere dentro del contexto político actual.
Habrá algunos -especialmente los adventistas de la III República que pululan por la izquierda- que piensen que la jura de bandera de la heredera de la Corona responde a viejos patrones trufados de hueco patriotismo. No es cuestión de hacerles entrar en razón, porque son reactivos por ideología a criterios de Estado y se mueven por el sectarismo más irrefrenable. Allá ellos.
Para todos aquellos que se sienten concernidos con lo que representa el concepto más profundo de patria, sean o no monárquicos, el acto de jura de bandera de la Princesa de Asturias no debería de ser una cuestión baladí y menos en las actuales circunstancias. La lealtad y fidelidad a la Nación -con mayúsculas- expresada por quien un día será Reina constituye todo un ejemplo de compromiso con los valores constitucionales, que contrasta con la falta de compromiso constitucional exhibida por quien debería hacerlo en razón de su cargo. No hace falta ser más explícito, sino de constatar que el acto solemne en el que Leonor ha jurado fidelidad a la bandera tiene un significado histórico. Más histórico que nunca, sin cabe, porque en este momento de la historia de España la lealtad y fidelidad a la patria adquieren, por razones obvias, una importancia trascendental.