Cómplice por omisión
Si Uxue Barcos permite el homenaje a José Miguel Gaztelu estará siendo cómplice con su silencio de una fiesta ignominiosa. Un demócrata que se precie tiene que ser meridiano en estas cuestiones, estar siempre en contra de los terroristas y no lavarse las manos al estilo de Poncio Pilatos. Especialmente si tenemos en cuenta que Gaztelu asesinó a dos guardias civiles en 1987. Final que también habría tenido el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara de no haber sido por la actuación de la propia Benemérita, cuyos agentes lo sacaron del zulo de Mondragón cuando estaba al límite de sus fuerzas tras los 532 días enterrado en vida que comenzaron cuando lo raptó el etarra. ¿Qué homenaje puede tener un asesino así? ¿Cómo es posible que Barcos no diga nada? No es la primera vez que la presidenta de Navarra se sitúa del lado de los proetarras que habitan en las instituciones —de hecho, son sus socios de Gobierno— que es lo mismo que proteger el ignominioso legado que dejó su actividad cuando estaba encomendada a la violencia.
El pasado mes de marzo, Geroa Bai ya cedió a los deseos de EH Bildu y permitió que la ikurriña ondeara en los edificios públicos en detrimento de la bandera de Navarra. Ni que decir tiene que la enseña vasca es totalmente respetable, pero dentro del País Vasco y no como un símbolo utilizado por los herederos de ETA para hacer un ejercicio de colonización institucional, extender su particular «espacio vital» territorial y despreciar, de paso, a los propios emblemas de los navarros. Por desgracia, sólo es una prueba más de hasta qué punto ha llegado el Gobierno de Barcos, incapaz de condenar la brutal paliza que un grupo de abertzales propinó a dos guardias civiles en Alsasua. Su consejera de Interior, María José Beaumont, incluso se atrevió a decir en aquel momento que la detención de algunos de estos agresores era «innecesaria».
Este mismo martes, el Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (Covite) ha enviado una carta al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que desmonta las mentiras de los proetarras sobre Alsasua. Una medida más que lógica si tenemos en cuenta la inacción cómplice de la regidora autonómica. Incapaz de condenar que un auténtico desalmado como José Miguel Gaztelu sea recibido como un héroe en la localidad navarra de Baztán. Tanto el Gobierno como la Fiscalía deberán estar muy atentos a cualquier delito de odio o apología del terrorismo que pudiera producirse el próximo sábado. Se lo deben a la legalidad vigente y, sobre todo, a la memoria de los dos guardias civiles asesinados y a un hombre como Ortega Lara, ejemplo para cualquier español de la lucha de la libertad contra el totalitarismo fascista de los que sólo entienden la política bajo los preceptos del terror. Con Uxue Barcos no se puede contar.