Casado: ¿El ayusismo global?

Casado: ¿El ayusismo global?

Hace unos días, OKDIARIO nos daba cuenta de la participación de los principales líderes políticos españoles en la IV Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural, Presura 20. El presidente acudía con helicóptero y una amplia flota de vehículos mientras pretende prohibir los vuelos de menos de dos horas. En ese contexto, Casado dijo cosas muy interesantes y de gran calado para el debate político de fondo, no sólo a nivel de España, sino incluso a nivel global. Habló de revitalizar la España vacía sin imposiciones, y (lo más sorprendente) entró en temas climáticos y de agenda 2050: dijo que no tiene sentido imponer coches de hidrógeno ni demonizar al diésel, y se opuso a la prohibición de los vuelos de menos de dos horas.

Probablemente, el discurso de Soria es el de más impacto ideológico de los pronunciados por Casado desde que es líder del PP. En efecto, el PP nos tiene acostumbrados a verle competir en lo que Cayetana AT llamó “el tablero inclinado” de la izquierda: asume el relato progre en materia antropológica y climática, y a lo sumo ofrece una transición más moderada hacia las novedades que diseña la izquierda. El resultado es que siempre parte en desventaja en el debate. Esto era así hasta que Ayuso puso pie en pared: se podría decir que la líder madrileña giró el tablero y suscitó un nuevo relato en el que la izquierda es la que prohíbe y la derecha la que permite hacer cosas.

En caso de ser cierto lo que se intuye en su discurso de Soria, parece que Casado ha abierto una línea que podríamos llamar el ayusismo global: frente a las prohibiciones de la izquierda climática, sentido común. Pero ojo: disentir de la izquierda en temas como el clima, la pandemia o la economía requiere de un valor y una coherencia que el PP normalmente no ha tenido. Estando en la oposición, el PP ha prometido cosas como apostar por la energía nuclear, control férreo de las fronteras, mano dura con ETA o la prohibición efectiva de los referéndums de autodeterminación. La realidad es que con gobiernos del PP cerró la central nuclear de Garoña, se promulgó la Ley de extranjería de 1999, se excarceló a Bolinaga, y el referéndum del 1-O salió adelante.

Si al habitual cálculo político le unimos la tendencia de Casado a dar bandazos, el discurso de Soria podría ser un espejismo en apenas semanas. Si Casado quiere resultar creíble en esta nueva línea que ha abierto, deberá tener una determinación y un atrevimiento infrecuentes, y deberá mostrar una coherencia creciente en sus acciones de gobierno, empezando por lo que hagan los gobiernos regionales del PP.

Con todo, el momento es propicio para el discurso de Casado. Aunque gran parte del establishment mundial está en la imposición del nuevo orden digital, lo cierto es que la mayoría política del electorado no comparte esa hoja de ruta. La gente no quiere dejar de ser propietaria, ni de tener coche, ni de comer carne. A eso hay que unir las peculiaridades rurales: como recordaba el líder popular, en el campo lo que hacen falta son tractores, y de momento no los hay eléctricos.

Como les dije la semana pasada, la izquierda pretende un futuro de inquilinos verdes. Si la gente puede, elegirá otra cosa. Ofrecérsela puede ser la vía para el éxito de Casado. Pero ello implica aplicar el método Ayuso frente a las políticas globales. Veremos si dirección popular es capaz de hacerlo. De momento, el discurso de Soria suena rompedor.

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