Carta abierta al presidente del Gobierno

presidente

Se puede ser un gobernante bueno, regular o malo, pero usted ha inventado una nueva categoría y no por insólita muy interesante de analizar y por la que va a pasar a la historia. La del gobernante niniam o gobernante nini que es quien ni siente ni padece, y practica la Amoralidad y la Mentira, como condicionante imprescindible y condimento necesario y presidiendo su acción diaria la ausencia de ética política. Es quien practica el engaño a sí mismo y a los demás, quien desdobla varias personalidades, contradictorias y opuestas todas ellas, pero todas valen.

Es quien se queja de que la oposición no pacta, pero lo único que él ofrece es no pactar, quien tiene la razón siempre, pero la razón de los que odian a España. E quien tiene la razón siempre, pero es portavoz de la razón de delincuentes convictos y confesos, y portavoz de quien, sin serlo, son amigos de los anteriores y portavoz de más amigos de ellos, que vociferan todos los días con modos delictivos. Es portavoz de quien todos los días atacan a la Constitución y a la ley.

Usted es quien tiene la razón siempre, pero perdona a los que han dado un golpe de estado y que usted también contribuyó a parar. Es usted portavoz de quien es portavoz de los sediciosos, filoterroristas y filocomunistas, portavoz, gracias a los delincuentes que le hacen portavoz, portavoz y cómplice de quien es portavoz de los que prometen públicamente y desde las instituciones, ni más ni menos, destruir la nación que usted gobierna, de quien es facilitador y promotor del incumplimiento de la Constitución y la ley, como ocurre en Cataluña. De quien es facilitador de nuevos planes muy sofisticados de independencia. Es usted cómplice de quien es facilitador de la destrucción de España y presidente de un gobierno, en connivencia con quienes su plan es la autodeterminación, en connivencia con quien su plan es la república popular vasca, en connivencia con quien su plan es la república popular de Cataluña.

Está en connivencia con quienes acusan al Tribunal Constitucional de golpe, en connivencia con quienes acusan a los jueces de golpistas, en connivencia con quienes acusan a la oposición – por defender la Constitución y la ley – de golpista, en connivencia con las instituciones del Congreso y del Senado que acatan el dictamen del Constitucional, pero acto seguido ponen en duda manifiesta esa decisión. En connivencia consigo mismo respaldando todos estos hechos, en connivencia consigo mismo encabezando ese ataque a España desde el extranjero… desde Bélgica… ni más ni menos.

Lo nunca visto, Sr. presidente. La destrucción, la división, la discordia, la maldad como referente y la mentira como método. Ni siente, ni padece mientras esta semana de fin de año y año nuevo, su ley del sí es sí beneficia ya a más de 130 personas, más 17 abusadores sexuales en la calle y sumando cada día, tiene los peores datos de muertes violentas de mujeres. Y la Generalidad, el día 3 de enero, a través de su portavoz y mientras negocia presupuestos con su partido, se permite decir que «se ha avanzado en la desjudicialización consiguiendo lo más difícil con lo ya sellado y siendo los resultados a los ojos del mundo ya incuestionables. Ahora hay que seguir avanzando en el ámbito de la autodeterminación».

Mientras, el portavoz adjunto de su partido coaligado dice abiertamente que «ahora la composición del Tribunal Constitucional va a estar menos politizada y con mayor rigor y mayor calidad jurídica de sus magistrados» – será por los dos candidatos gubernamentales que usted ha nombrado en inconcebible y antidemocrático hecho, que deja en duda permanente el tribunal a partir de esta semana por el descaro inadmisible de estar a sus órdenes – y añadiendo el portavoz comunista el rechazo de nuevo a lo que el Tribunal Constitucional ha paralizado hace pocos días al Gobierno.

No ha hecho más que comenzar el año en medio de la semana vacacional de fin de año y Reyes y ya ve su conducta. Usted, señor presidente, no cumple en absoluto los mínimos estándares democráticos, siento decírselo, como uno de los 47 millones de españoles. Ni siente ni padece, práctica amoralidad y mentira, pero peor aún, usted, voluntariamente, y conscientemente, no tiene la más mínima responsabilidad institucional con su comportamiento y su nada ejemplar conducta es una circunstancia de extrema gravedad que le obligan a pedir perdón a todos los españoles sean votantes suyos o no, – todos engañados por usted -, y acto seguido dimitir para salvar la honorabilidad del cargo.

Por cierto, es muy extraño que usted se limite a decir que el procés se ha acabado, cuando ayer mismo añade la portavoz de la Generalidad a todo lo dicho arriba que no se ha acabado y su gobierno y usted se han quedado tan panchos, sin exigir inmediata rectificación a quien, siendo parte del Estado, ayer de nuevo afrentó en absoluta rebeldía a todos los españoles. Solo por no exigir publica rectificación inmediata y no exigir reconocimiento explícito al acatamiento de la Constitución gracias a la cual ostentan el cargo, usted no merece de ninguna manera seguir un segundo más en el cargo y que estuviera ya extremadamente sonrojado de vergüenza. Siento decírselo así, pero lo que usted está haciendo todos los días es una consciente, voluntaria y gravísima traición a España.

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