Camino Soria

Camino Soria

Se ha celebrado este fin de semana en Soria una nueva edición de la Feria Nacional para la Repoblación de la España Rural. Allí han ido todos los políticos, y Pedro Sánchez el primero -por eso de llegar en el puma-, a hacerse la foto. Aparentemente cargados de maravillosas ideas y un buen montón de dinero para invertir en las zonas rurales, pero en la realidad henchidos de un ecologismo ideológico y sectario que daña, o en el peor de los casos aniquila, las actividades que realmente contribuyen al desarrollo rural. Veamos.

Por supuesto que la sostenibilidad es esencial en las actividades agropecuarias. Desde siempre lo saben los verdaderos agricultores y ganaderos que, aunque no utilizaran ese palabro tan a la moda, han sido siempre conscientes de que tienen que conservar el entorno que hace viables y rentables sus explotaciones. Pero los políticos no viven del medio rural, viven de hacer política, en este caso con el medio rural, y no se van a dignar a preguntar a los verdaderamente interesados, a los que además imponen ilógicas condiciones y requerimientos para lograr sus rimbombantes objetivos climáticos y de biodiversidad. Lo estamos viendo en la negociación de la nueva PAC (Política Agraria Común); si fuera por los más radicales los fondos se repartirían a los agricultores que acepten exagerados compromisos medioambientales, aunque sea a costa de tener cultivos y explotaciones deficitarias que solo se mantienen por las ayudas y subvenciones. Y mira, así también consiguen hacer rehén a un sector que siempre ha sido muy independiente y poco vulnerable al progresismo rampante.

En muchas regiones de la España vaciada el ejercicio de la caza implica la conservación de especies, el mantenimiento de ecosistemas y una importante fuente de ingresos para ayuntamientos y otras administraciones, además de muchos puestos de trabajo; beneficios todos, perjuicios ninguno, pero da igual, ¡hay que cargársela en nombre del animalismo absurdo! Más de lo mismo con la tauromaquia y el mundo taurino; luchan con denuedo por hacerlo desaparecer, aunque sea a costa de la perdida de valiosos entornos autóctonos y la casi segura desaparición de la maravillosa subespecie de la ganadería brava. Por no hablar de la perdida de recursos y de una tradición identitaria de incalculable valor cultural y artístico.

Por otro lado, y por mucho que pretendan otra cosa, tampoco permiten que se aborden importantes emprendimientos y desarrollos turísticos que incrementen las fuentes de riqueza del mundo rural. Esgrimiendo el impacto ambiental, ya sea en zonas protegidas o en las que no lo son, se oponen a cualquier intervención o explotación de los entornos. ¿Pero es que no se dan cuenta que sin ofertas deportivas o de ocio interesantes y novedosas no va a llegar el turismo de calidad? En muchas reservas y parques nacionales se mantienen las mismas instalaciones y ofertas desde hace 50 años, pero claro, obsoletas y envejecidas, cada vez resultan menos atractivas y terminan siendo colonizadas por perroflautas y otras tribus.

En fin, con su dogmatismo y soberbia habitual, idiotas y ganapanes han llegado a Soria a decir que tienen magnificas soluciones para el entorno rural; pero sus soluciones, no las que de verdad reclama y necesita el mundo rural. Todo por el campo, todo para el campo… ¡pero sin el campo!

PD. ¿Y qué coño hacía en Soria José Luis Rodríguez Zapatero? No olvidemos que este personaje comenzó su andadura presidencial con una decisión que iba a ocasionar a España un daño irreparable: el desmantelamiento del Plan Hidrológico Nacional. Ese proyecto era una gran obra, visionada transversalmente por políticos de toda condición desde hace un siglo, que iba a acarrear innumerables beneficios para muchas regiones de España, incluida la Comunidad de Aragón a la que los políticos de izquierdas y los ecologistas soliviantaron con mentiras y un aldeanismo impropio. Pues bien, el ínclito Zapatero suspendió las obras con un decretazo -perdiendo la financiación europea que costeaba la práctica totalidad de las actuaciones- y puso en marcha un programa de construcción de desaladoras, que son una solución técnicamente desfasada y que tienen un terrible impacto medioambiental; en la actualidad están al 12% de su capacidad de uso y en nada han ayudado a resolver el problema del agua. Porque eso sí, se cargó en nombre de un falso ecologismo los trasvases desde la España húmeda, pero no impidió que se continúe esquilmando, con los flujos al Levante y a La Mancha, el agua del alto Tajo, que es el único recurso de una región en constante despoblación y empobrecimiento.

¡Vergüenza da la presencia en estos foros del autor de tamaña traición a España y a su mundo rural!

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