Batalla política en la Comunidad Valenciana, la ‘gran batalla’
Si hubiera que encontrar el territorio autonómico donde se va a librar la batalla política más dura, a la par que interesante, de aquí a las próximas elecciones autonómicas de 2023, sin duda alguna ese lugar es la Comunidad Valenciana. Y por varias razones fundamentales.
La Comunidad Valenciana es de las cuatro autonomías españolas más grandes por población la única en manos del PSOE. Si bien durante 20 años fue territorio hegemónico de la derecha, ahora los socialistas tratan de convertirla en su nueva Andalucía, región donde el PSOE estuvo 36 años gobernando. En aquella comunidad las encuestas dan ahora una holgada mayoría absoluta a PP y Vox, lo que hace difícil que el PSOE pueda plantearse la reconquista del Palacio de San Telmo en Sevilla.
No es casualidad, de hecho, que este fin de semana el PSOE ratificara su decisión de celebrar su próximo congreso del partido a mediados del próximo octubre en Valencia. Hacía nueve años que los socialistas no celebraban una de sus principales citas fuera de Madrid y hacía más de 100 años que no se reunían en Valencia, desde los tiempos de Pablo Iglesias, el ‘original’.
Por ello, la decisión de elegir Valencia explica la importancia actual que la Comunidad Valenciana tiene para la izquierda y, concretamente, para Pedro Sánchez.
Pero tan relevante es para Sánchez como para Pablo Casado, e incluso para Santiago Abascal. Este sábado el PP inició una nueva etapa en la Comunidad Valenciana con la confirmación del alicantino Carlos Mazón como nuevo presidente regional del partido. El PP quiere retomar el poder perdido hace ya seis años. Trata de emular la gesta de 1995 con Eduardo Zaplana. Pablo Casado sabe que su victoria depende de un apoyo mayoritario en la Comunidad Valenciana. De hecho, esta comunidad junto con la de Madrid ya nutrió un importante porcentaje de votos en las victorias de Aznar y Rajoy.
Sin embargo, los tiempos actuales son distintos a los de hace 26 años. Al igual que Casado necesita la Comunidad Valenciana en su carrera a la Presidencia del Gobierno, Carlos Mazón precisa de Valencia en su reconquista del Palacio de la Generalitat. En 1995 ganó el PP porque Valencia estuvo teñida de un gran manto azul. Rita Barberá cosechó más de 220.000 votos. En las últimas elecciones municipales, de hace dos años, el PP sólo consiguió 84.000 papeletas, la cifra más baja en 30 años.
Los sondeos tampoco muestran la consolidación de un cambio de ciclo político en el ámbito autonómico ni en la capital del Turia, algo que sí parece fraguarse en el conjunto nacional. El alcalde catalanista y comunista de Valencia, Joan Ribó, sigue gozando de un amplio respaldo pese a los errores de su gestión. Lo mismo puede decirse de Ximo Puig al frente del Gobierno autonómico. Las últimas encuestas hablan de un crecimiento del PP y Vox pero a costa de la desintegración de Ciudadanos. La derecha en Valencia ciudad necesita el voto de esos casi 50.000 electores que se quedaron en casa hace dos años y cuyo apoyo es vital para regresar al ayuntamiento y, por ende, a la dirección del Gobierno autonómico.
Santiago Abascal, por su parte, también es consciente de que la Comunidad Valenciana es la región española con más perspectiva de crecimiento para Vox. Las encuestas más favorables le otorgan casi 20 diputados, su cifra más alta en todas las autonomías españolas y sólo 10 parlamentarios por detrás del PP. Hasta ahora Vox no ha contado en la Comunidad Valenciana con perfiles estelares como sí tiene en Madrid y en el Congreso de los Diputados. De hecho, la estrategia de formación de líderes en el partido de Santiago Abascal es centrífuga, desde el centro a la periferia. Todo hace indicar que uno de sus baluartes en Madrid -se ha hablado de Macarena Olona que es alicantina- podría encabezar las elecciones autonómicas, lo que supondría un verdadero terremoto en una derecha política que dista mucho de ser monolítica.
Ante esta situación caben dos escenarios. El de los asesores de Ximo Puig que le susurran para que adelante las elecciones a finales de este año o principios del que viene, o el de quienes piensan que agotará la legislatura en abril de 2023. Con la primera de las situaciones buscaría quitarse de encima a Mónica Oltra, la vicepresidenta que atraviesa sus horas más bajas tras su cuestionado papel durante el tiempo en el que su ex marido abusó de una menor en un centro tutelado por ella. Y, por supuesto, intentaría pillar a contrapié a la oposición.
La cuestión no es baladí. A medida que las perspectivas de Sánchez se van desvaneciendo, las batallas políticas en las autonomías van a jugar cada día un papel más relevante en la carrera presidencial. Con los repartos de fuerzas en Madrid, Cataluña y Andalucía más o menos claros, queda por ver lo que vaya a ocurrir en la Comunidad Valenciana, el último paso decisivo hacia La Moncloa por parte del PSOE y PP.
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