La barbaridad confiscatoria de Sumar
Yolanda Díaz ha propuesto subir los impuestos al conjunto de los españoles para sacar adelante los PGE de 2025 y pagar, así, el cupo catalán. No contentos con la ilegalidad que supone, con la normativa actual, el concierto catalán, que, además, es injusto, insolidario e ineficiente, desea asfixiar al conjunto de españoles para pagar el coste de seguir en el banco azul.
Así, propone incorporar un nuevo tramo del IRPF para rentas de más de 150.000 euros; aplicar el Impuesto de Patrimonio a quienes posean más de un millón de euros -ahora está en tres millones-; eliminar deducciones -cosa que estaría bien si bajase tipos, pero no es el caso-; elevar la tributación de las rentas del capital hasta igualarlas a las rentas del trabajo; hacer permanentes los impuestos a la banca y empresas energéticas; o hacer progresivo el IBI, entre otras propuestas.
Adicionalmente, quiere intervenir todavía más en el mercado de la vivienda, estableciendo prohibiciones que impidan comprar una vivienda como inversión -lo que la izquierda llama especulación-. Visto el resultado que ha dado su control de precios, que ha destrozado el mercado inmobiliario, especialmente en su vertiente de alquiler, da miedo el efecto que tendría sobre el mismo.
Díaz vuelve al mismo sendero defendido siempre por los comunistas, por la mayoría de la izquierda, realmente. Llama ricos a todo ciudadano que tiene una renta media o media-alta, el cual paga muchos impuestos recibiendo unos servicios más que mejorables. Es más, no hay tanto rico como Díaz dice, pero, en cualquier caso, su obsesión, la del comunismo, la del socialismo más rancio, no es que deje de haber pobres; lo que desean es que deje de haber ricos, pues llevan al extremo uno de los peores sentimientos del ser humano, que es la envidia.
Quiere gravar hasta el estrangulamiento a los españoles porque tiene que contar con fondos con los que repartir para recibir, a cambio, pura transacción, los votos que aseguren que el actual gobierno siga gobernando.
Su plan confiscatorio sólo conduce al abismo, a una sociedad empobrecida. No sólo no quiere que deje de haber pobres, sino que su política económica sólo puede conducir a que haya muchos más. Sólo saben gobernar a costa de los ciudadanos, gastando el dinero público, que no es suyo, sino de los contribuyentes, a los que esquilman con más y más impuestos, mientras compran su permanencia con un cupo catalán aberrante, donde defienden que una región rica se quede con la llave de la caja y rompa la solidaridad, poniendo en problemas la financiación de servicios básicos, como la sanidad y la educación, de las regiones receptoras de fondos.
En definitiva, el plan de Díaz es nuevo, pero las ideas que contiene son viejas y fracasadas. Si en sus manos estuviese la política monetaria, imprimiría dinero para monetizar la deuda y nos llevaría a una hiperinflación. Afortunadamente, eso no puede hacerlo. Es un plan que es una barbaridad, porque empobrecerá a la economía, a las familias, a las empresas, a todos.