De asaltar los cielos a todo por la silla

Resultan patéticos los argumentos esgrimidos por la ‘nomenklatura’ podemita para justificar su mantenimiento en un Gobierno cuyo presidente se ríe de ellos y les saca los ojos para luego orinarse dentro. Cuando en la Europa democrática y en el mundo progresista los gobiernos de coalición se rompen al menor incumplimiento serio, aquí la muchachada morada, la misma que prometió el oro y el moro, la transparencia, la ejemplaridad, la decencia, la austeridad y la capacidad de gestión, no rompe con un PSOE que les deja en evidencia día sí y noche también. ¡Es de un patetismo colosal!
Les burla Sánchez con lo de la guerra de Putin; les vuelve a burlar con la entrega de los saharauis; se inclina para limpiar las botas a Mohamed VI; les engaña con la UE; se la clava con los empresarios y, en cuanto pueda, realizará con ellos el ejercicio en el que es consumado maestro: estocada hasta la bola.
¿Acaso no saben todo esto los Echeniques, Belarras, Monteros y Díaz? ¡Claro que lo saben! Entonces, ¿por qué no le mandan a paseo? Sencillamente, porque si rompen y se quedan sin mamandurrias que pagan los ingenuos españoles las pasarán muy putas y, vivirán, en todos los casos, mucho peor que lo hacen actualmente. Centenares de enchufados se tendrán que ir al paro y sólo encontrarán algo que hacer en la vida civil cuando reciban wasaps citándoles para alguna «ocupación».
Yo no he visto en mi ya larga vida profesional nada parecido desde la restauración democrática. Si se realiza una breve visita a la hemeroteca, entonces el escándalo es aún mayor. ¿Recuerdan cuando prometieron lo que no podían dar? Tuvieron éxito en una cosa: utilizaron el dolor de la gente más necesitada para desde ese dolor encaramarse a un nivel de vida muy superior al que disfrutaban antes de entrar en política. ¡Nada más hay que mirar cómo vestían antes y cómo visten ahora! Creíamos que habían dejado atrás los dogmas repletos de caspa y fracaso de sus ancestros comunistas y de resultas que siguen abrazados a ellos sin ni siquiera preocuparse por el maquillaje. Es una auténtica lástima. Porque este país se merecía un pequeño grupo de universitarios metidos a la política que, por una vez, les importara más la gente que sus dineros y arrogancias. ¡A ver qué dice la «gente» cuando tenga oportunidad de acudir a las urnas!