Ahora le toca irse a Rajoy
Aún no está claro cómo va a acabar la brutal lucha fratricida abierta actualmente en el PSOE, aunque los barones han asumido el poder parece evidente que Sánchez conserva el respaldo de una gran parte de las bases del partido, que le auparon a la secretaría general hace apenas un par de años. Respaldo que en estos momentos se sustenta en el frontal rechazo a Rajoy y al PP. Se equivocan quienes piensen que los barones han echado a Sánchez por el “no es no” —en eso casi hay unanimidad— o por negociar con Podemos —todos ellos lo hacen—. Tan sólo se ha tratado de una lucha por el poder consecuencia de los nefastos resultados electorales de Sánchez, tan simple y tan vulgar como eso. Ahora el PSOE debe elegir qué hace, pero no tiene ninguna alternativa buena. Si se abstienen y permiten gobernar a Rajoy, Podemos ocupará, en la práctica, la jefatura de la oposición y los machacarán en las próximas elecciones. Pero si no lo hacen es casi seguro que el sorpasso se produzca en diciembre. ¿Susto o muerte?
Además ser investido con tan sólo 137 diputados no es el mejor escenario para el PP, ya que no acabaría la actual situación de bloqueo. ¿Qué gestión, qué reformas, qué presupuestos podrían sacar adelante en un Congreso que les es completamente hostil? De ser investido así la situación de desgobierno se prolongaría hasta que, inevitablemente, se convocaran elecciones anticipadas, con lo que aún la agonía sería más larga y perjudicial. Porque el PSOE plantearía una moción de censura en el momento en que se viera con fuerzas para enfrentarse de nuevo a Podemos. Lo malo para los populares es que la decisión no está en sus manos. Constitucionalmente es al Rey a quien le compete consultar a los partidos y decidir si propone de nuevo a Rajoy, en función de lo que le digan. Y nadie entendería que éste volviera a rechazar presentarse si el PSOE anuncia públicamente que se abstendría, a no ser que cometieran el tremendo error de exigir condiciones que justificaran esta negativa ante sus votantes.
En cualquier caso ahora a los populares les toca sentarse a ver cómo acaba la batalla de Ferraz y si finalmente deciden llevarnos de nuevo a las urnas o no. Pero al minuto siguiente a que se decidan Rajoy debe dar un paso adelante, convocar el Congreso Nacional de su partido, que lleva ya dos años aplazando, para ser sustituido como candidato a presidente del Gobierno, bajo la fórmula ‘un militante un voto’ y no mediante los antiguos compromisarios. No antes de que se decida el PSOE, porque esto impediría las terceras elecciones, que es la mejor opción para el PP, pero sí inmediatamente después. Rajoy no debería ser el candidato en unas terceras elecciones, él es el principal motivo de que su partido haya perdido tres millones de votos desde 2011, sobre todo porque sus votantes están hartos de subidas de impuestos, de incumplimientos de su programa electoral, de su permisividad con los secesionistas y su actitud ante la corrupción de los miembros de su partido.
Pero también debe marcharse aunque no haya terceras elecciones, para facilitar así la gobernabilidad de España, porque esa es la justificación que necesitan los socialistas para abstenerse en la sesión de investidura sin entregar la jefatura de la oposición a Podemos. La renuncia de Rajoy permitiría al PSOE mantenerse como líderes de la oposición, en detrimento de Podemos y, en consecuencia, en beneficio de España. Es el momento de reformar y renovar el PP para volver a ilusionar a sus bases y a sus votantes. Deben celebrar ese Congreso Nacional pendiente, olvidarse del ya superado modelo de compromisarios y darles el voto a sus militantes. Sólo así el PP puede aspirar a recuperar los votantes perdidos y garantizar la gobernabilidad de España, alejando los riesgos del populismo bolivariano y del secesionismo. Por el bien del PP y por el bien de España.