¿Acaso quieren sacarnos del euro?
El PSOE se abona al ámbito de las ocurrencias. De otra forma no se puede definir la idea de reclamarle a Bruselas el control sobre el déficit público. Un hecho que, de consumarse, nos llevaría de inmediato fuera del euro y, por supuesto, sería nuestra ruina en términos sociales y económicos. Apuntan los socialistas que esta medida estaría pensada para garantizar los servicios esenciales a los ciudadanos. No obstante, llegados al punto de consumación de semejante dislate, no habría servicios esenciales que garantizar. Cabe esperar, sin embargo, que esto sea tan solo parte del fuego fatuo que en forma de propaganda comunicativa están lanzando los socialistas desde que llegaron al poder.
Un mero guiño a la izquierda podemizada más que una aspiración que pretendan hacer realidad. Cualquier otra cosa, desde luego, acabaría con la prosperidad económica que nos ha hecho crecer a más del 3% durante tres años consecutivos y que nos ha situado a la cabeza de las economías más fuertes de la Unión Europea. Para acometer este imposible, el PSOE tendría que reformar la Constitución o saltársela a la torera. Fue precisamente José Luis Rodríguez Zapatero el que permitió la reforma del artículo 135 de la Carta Magna y entregó el control del déficit a Bruselas cuando su desastrosa gestión económica casi malogra el futuro a medio y largo plazo de España.
Si lo que pretenden Pedro Sánchez y su Gobierno es que volvamos a bordear el default, éste, sin duda, sería el camino correcto. Algo a lo que no se han atrevido los eurófobos de Italia. Ni siquiera en la Grecia de Alexis Tsipras, que sabía que la única manera de salir de la quiebra era seguir la senda de Europa y olvidarse de veleidades aislacionistas. España no puede volver de ninguna manera al año 2010. Aquel país presidido por Zapatero superó el 11,2% de déficit, congeló las pensiones y, de no haber sido por la labor posterior del Partido Popular, nos hubiera abocado al rescate. España debe aspirar a un futuro de crecimiento, no a un pasado de carestía y recortes. Afortunadamente, estará el sentido común y la experiencia de Nadia Calviño para poner mesura.