21-D: la ratonera de Rajoy
A menos de dos semanas para la cita con las urnas, ahora sin trampa ni cartón, ya vemos en Rajoy al jugador de hockey, con el protector puesto, para cubrirse los dientes de cualquier impacto de la pastilla. Porque el pastillazo es altamente probable. Sin comerlo ni beberlo, el presidente del Gobierno va a tener que tragarse unos cuantos sapos que saltarán del escrutinio del 21D. El resultado, su encaje y su lectura, pueden convertirse para el PP en una auténtica ratonera. Todo lo que se ha llevado a un orden y con un sentido tras el golpe de los separatistas puede volver a presentarse desordenado y confuso. Hay un riesgo cierto de que se desanden los pasos andados. ¿Por qué?
De acuerdo con el ‘escenario 1’ —la victoria del bloque independentista— asistiremos de inmediato al nacimiento del neoprocés. Un nuevo órdago, con energías restauradas, con mayor entusiasmo, con un chute adicional de moral, con un extra de pretendida legitimidad democrática para seguir embistiendo a la ley y al Estado de Derecho. Más allá de la complicada situación judicial a la que se enfrenten Puigdemont, Junqueras y cía, sus mesnadas saldrán al galope, correrán como búfalos, actuarán como miuras —con todos los respetos a la noble y vieja ganadería— buscando el cuerpo de Mariano. Éste tendrá que redefinir su discurso, asumir los marginales resultados de Albiol y, nada más pero nada menos, reaccionar. Con grandeza y con mayúsculas. Y con sentido práctico. Básicamente para no malbaratar todo el trabajo político que se ha hecho con el mejor de los criterios para bajarle los humos a los sediciosos. ¿Se entenderán una eufórica Esquerra, las achatarradas CUP y los paisanos de Juntos por Cataluña para gobernar? A trancas y barrancas, con desgana, pero harán piña, y pretenderán devolver la situación a la casilla de salida en una posición de fortaleza desde la que se buscará un borrón y cuenta nueva: el indulto.
De acuerdo con el ‘escenario 2’ —la victoria de Arrimadas y un ascenso hasta hace cuatro días imposible de Iceta— las complicaciones para Rajoy se disiparán en la pista catalana pero aumentarán en la pista española. ¿Por qué? Es obvio que el Partido Popular no ha sacado ningún rédito demoscópico de la situación creada por quienes pilotaron la rebelión del 1-O. A pesar de que con argumentos de parvulario se ha dicho “¡les viene bien, así tapan la corrupción!”. Nada de nada. La gaviota se ha dejado un buen puñado de escaños en el Congreso de los Diputados que ha conquistado Rivera. Así ha sido. Y así será, porque entre una formación y otra opera un cierto principio de vasos comunicantes.
Precisamente por ello, las alertas se elevarán en Génova y La Moncloa cuando certifiquen que el agua coloreada de naranja va a subir y subir, mientras eso va a significar por pura ley física que la coloreada de azul baje y baje. Y eso será aplicable a la práctica totalidad de las Comunidades Autónomas y a las capitales más pobladas. Lo malo para Rajoy y el PP no es que, pase lo que pase, cosechará una derrota segura el 21D. Lo peor es el aprovechamiento que, sean unos u otros los ganadores, harán de esa reñidísima victoria.